Aunque a menudo se suele asociar la financiación con el capitalismo lo cierto es que la financiación ha sido siempre una cuestión clave en todas las sociedades humanas. Financiar quiere decir "aportar los recursos para acometer una empresa", y "empresa", en su sentido original, significaba "tarea ardua y arriesgada". Hace ahora más de 60 años, en la Unión Soviética, el trabajo de campesinos y obreros financió una tarea que hasta entonces parecía imposible, poner a un hombre en el espacio. Ni la financiación es exclusiva del capitalismo ni la forma en que actualmente se da ésta, a menudo denominada "financiarización" es la única posible en un sistema capitalista. La financiarización, ese rasgo que según muchos define a las sociedades contemporáneas, podría definirse como una nueva manera mediante la cual las personas se relacionan unas con otras a través del dinero.

En Santa Cruz de Tenerife ha saltado la polémica porque un fondo buitre, propietario de un edificio de viviendas de Ofra, adquirido a Bankia, quiere desalojar a sus habitantes. En Las Palmas de Gran Canaria el barrio de Guanarteme, hasta no hace tanto lugar de marginación, se ha gentrificado hasta el punto de que se multiplican las promociones y nuevas construcciones de viviendas de precio elevado. Por lo que más de una vez me han preguntado, como especialista en Sociología Económica, mi opinión acerca de lo que está pasando. Siguiendo la terminología del último libro de Piketty en Canarias estamos pasando de las sociedades "propietaristas", propias del XIX y del XX, a las sociedades neopropietaristas actuales. Hasta no hace tanto las viviendas se construían para que alguien (una persona física) se convirtiera en propietario de la misma, bien con el objetivo de habitarla directamente o bien como inversión, para alquilarla y que la habitara otra persona. En esos tiempos, si uno vivía de alquiler en Ofra o Guanarteme el propietario (el casero) normalmente vivía en la misma ciudad, era una persona física a la que veías cuando ibas a pagarle el mes.

Hoy en día los propietarios de los nuevos pisos que ahora se construyen ya no son personas físicas, sino personas jurídicas, fondos de inversión, una multitud de pequeños (o grandes) ahorradores de vaya usted a saber dónde. Por explicarlo con un ejemplo, es como si ahora el inquilino tuviera como "casero" a un grupo de 4 personas, con (por poner un ejemplo) el siguiente perfil: un piloto de Toronto, que invirtió en un fondo, aconsejado por su asesor financiero; una profesora de música jubilada de Viena, pues el fondo de pensiones de los profesores de las escuelas estatales austríacas tiene una parte del fondo de inversión; el propietario de una cadena de restaurantes de Casablanca; y, por último, una fábrica de televisores de Malasia, que decidió invertir una parte de su dinero en lo que parecía un activo tan seguro como un fondo de inversión inmobiliaria en la zona euro. Así que vives de alquiler en Ofra o Guanarteme y tus caseros ya no son la señora Fariña ni el señor Artiles, sino, todos juntos, Mr. Winston, Frau Grüber, Jamal Saïd y Mr. Wakagami.

En el capitalismo impaciente y globalizado actual el concepto de financiarización nos permite comprender cuestiones centrales de las sociedades y las economías contemporáneas. A través de las posibilidades que le ofrece el complejo sistema financiero actual el capital, en la búsqueda de la maximización del beneficio, piensa globalmente y actúa globalmente. Si, entre que se construye, se especula y se vende la obra nueva en Guanarteme o en Ofra ofrece una rentabilidad del 5% anual a la maestra jubilada austríaca ésta tendrá un buen complemento a su pensión, que quizá gaste en pagarse unas vacaciones invernales anuales en Puerto de la Cruz o en Maspalomas. Si, dentro de x años, cuando quizá la maestra haya fallecido, y dado que la sociedad canaria no es capaz de absorber tanto piso de lujo, la inversión pierde su valor y/o los pisos se deterioran, quizá los nietos ya no vengan a las islas porque tendrán menos ingresos o, sencillamente, porque los antaño pisos de lujo se han convertido focos de marginación, y preferirán pasarse sus vacaciones en Malasia.

La ideología que se asocia al capitalismo financiarizado ha contribuido a extender la idea de que lo que los gobiernos locales han de hacer es intentar por todos los medios que los capitales de fuera inviertan en nuestro territorio, de forma que al final se acaba generando una lucha global por el capital, normalmente en base a ofrecer las mejores perspectivas para maximizar el rendimiento. Parece una idea casi intuitiva la de que mientras más gente de fuera invierta en nuestro barrio, en nuestro municipio o nuestra isla o país mejor. Pero, como nos ponen de manifiesto los ejemplos de Ofra y Guanarteme, lo que en no pocas ocasiones acaba sucediendo es que cuando viene mucho dinero de fuera al final "los de aquí" acabamos peor. Conviene tenerlo presente. Quizá sea necesario pensar localmente y actuar localmente y, por ejemplo, a la hora de conceder licencias de obras, saber que los intereses globales de los capitalistas no siempre tienen por qué coincidir con los intereses de la población local. Y es que, en el fondo, y aunque a veces se nos olvide, todos sabemos que puede estar bien intentar atraer capitales de fuera, pero el capital, si viene, es porque piensa que aquí va a ganar más dinero. De lo de lograr que eso se asocie a que nosotros nos vaya mejor tendremos que intentar ocuparnos nosotros.