Me cuenta mi madre que su madre, o sea, mi abuela, tenia una manía que considero saludable. Aunque su formación era muy limitada, leía con frecuencia el diccionario. Leer palabras y leer su significado era un gusto para ella. Le gustaba. Más tarde, mi profesor de Lengua y Literatura duran-te mis enseñanzas medias me dijo que lo mejor para corregir las faltas de ortografías era leer el dic-cionario. Y es cierto. Actualmente la tecnología digital ha facilitado mucho y acelerado los procesos de consulta de términos de nuestro lenguaje en el diccionario. Pero, a pesar de todo ello, considero que esta facilidad es inversamente proporcional a su uso real. No nos preocupa el significado exacto del lenguaje. Y tal vez por ese motivo se generan tantos malentendidos.

El lenguaje verbal es la forma más eminente de la comunicación interpersonal. La comunicación humana es radicalmente diferente de la que es posible en el resto de seres vivos. Nuestra inteligencia y nuestra voluntad ofrecen a la comunicación humana un ámbito de profundidad y de interpretación de la realidad de manera que, no solo se expresa lo que hay, sino que se califica lo que existe. El lenguaje define la realidad y, en este sentido, la conforma. Esta es nuestra posibilidad y este es, también, nuestro límite. Por desgracia, el uso del lenguaje puede servir para manipular a otros, para mentirle y engañarle, o simplemente para dañarle. El lenguaje puede ser un arma de destrucción masiva.

Son muchas las personas que conocen que las transformaciones sociales se suelen iniciar con un discurso comunicativo y con el uso de un lenguaje específico. Y usar unos términos y no otros no es neutro, sino que, en muchas ocasiones, es parte de un proyecto de ingeniería social. Porque no es lo mismo decir "género" que decir "sexo". Aparentemente puede parecernos idénticas o siimilares, pero no lo son. Y nuestra pereza intelectual nos hace incapaces de usar el diccionario de la lengua para usar los términos verbales en su propio significado.

Deberíamos volver al texto del diccionario. Es cierto que el lenguaje es una realidad viva, que se enriquece y modifica. Pero si queremos usar bien el lenguaje en la comunicación interpersonal, hemos de conocer adecuadamente las herramientas de dicha comunicación. Si quiero decir que "hoy" se publica esta opinión, he de escribir "hoy". Si no lo digo así tal vez mienta a aquellos con los que me comunico. No permitamos que el lenguaje deje de ser un medio de comunicación que genera verdad y bien comunes, y que se empantane en la siénaga de la mentira y de la manipulación.

Hay derecho a la libertad de expresión; si. Pero hay que expresarse adecuadamente, con un uso ver-dadero del lenguaje. No hay derecho a la mentira. Lo repito: no hay derecho a la mentira. Nadie tiene derecho a mentir, sino el deber decir y expresar la verdad, ya que el otro, que escucha, tiene derecho a conocer la verdad. Por ejemplo, no podemos llamar "interrupción" a algo que no se puede "reiniciar". Se interrumpe la lectura, cuando se puede volver a retomar la lectura. Quemar un libro no es interrumpir la lectura, es impedir la lectura. Y miren ustedes cómo se habla de "interrupciones" incluso en la legislación.

Volvamos al diccionario. La manía de mi abuela.

@juanpedrorivero