A veces me pierdo en las librerías. Como Putin celebrando su cumpleaños en Siberia, paseo por los amplios pasillos sorteando las miradas de los libros que lucen celosos sus vestidos más elegantes. De tapa dura, de bolsillo, XXL, todos exponen sus mejores galas para llamar la atención de los que se animan a adoptar un libro. Y es que los libros no se compran, se adoptan para darles cariño, y cuando ya se hacen mayores, conviene darle la oportunidad a otros adoptantes. Las librerías son como una especie de cita a ciegas, donde empiezas a interactuar con autores desconocidos que pueden llegar a sorprenderte o a aburrirte soberanamente. Descarto a los bestsellers , que suelen ser en esto del amor como el guapo que solo te va a querer por el interés, para atraparte con piropos literarios que no valoran el interior. Mejor un Antonio Tabucchi que un Dan Brown, o una Almudena Grandes siempre antes que Anne Rice. El sector de las librerías se reinventa constantemente. Mientras en el siglo pasado el librero te recibía en bata y con monóculo, ahora los hipsters te recomiendan los libros más cool del momento. A mí me gustaba más lo de antes, sobre todo porque me considero un enemigo consumado del kindle. La librería más antigua de España está en Burgos, un negocio que abrió Santiago Rodríguez en 1850. Reconocida por el Guinness de los récords, Livraria Bertrand, en Lisboa, es la librería en activo más antigua del mundo, y data de 1732. En este maravilloso liderazgo del tesoro de las letras se sitúan la librería Korn & Berg (Nuremberg, Alemania), Moravian Bookshop (Bethlehem, Pennsylvania, Estados Unidos), Hatchards (Londres, Reino Unido), o Higginbotham's (Madrás, India). Palacios del recuerdo y guardianes de obras imperdibles, de ejemplares únicos para ser leídos. Las librerías le dan pasión a las ciudades, así lo decía Neil Gaiman en American gods: "A mi modo de ver, una ciudad no es una ciudad sin una librería. Puede llamarse a sí misma ciudad, pero a menos que tenga una librería no engaña a un alma", y tenía razón. Para medir, en parte, la calidad de una librería, en 2015 se creó en España el Sello de Calidad con el objetivo de distinguir, incentivar y premiar la excelencia de la actividad librera. Para ello, auditores externos evalúan para el comité de certificación la pluralidad bibliográfica, el fondo, las actividades culturales realizadas, la relación entre la librería y otros agentes, la prescripción, etcétera, respetando su proyecto y peculiaridades. Estos indicadores señalan aspectos determinantes para una librería de calidad, así como para introducir posibles mejoras en los establecimientos. A finales del pasado año, el Comité de Certificación para la concesión del Sello de Calidad de Librerías otorgó 12 nuevos sellos, sumando así un total de 110 en todo el país que cuentan con la distinción de "Librerías de Calidad" o "Librerías de referencia" . Solo un día, al menos uno dedíquense a pasear por sus pasillos y conocer a sus autores. Hay para adultos, niños, simpáticos, ricos, clase media, incluso hasta para los más reaccionarios. En las librerías prácticamente da igual el tamaño, lo que importa es la calidad, porque no hay librería mala, sino clientes latosos. A resistir frente al poder de las editoriales, a permanecer estoicos frente a la supremacía de Kindle y su ejército de libros electrónicos. Podemos ser la verdadera resistencia.

@luisfeblesc