Hace tiempo que diciembre dejó de ser diciembre, me explico. Que hemos extraviado la sensación de frío, que encontrar nieve en abundancia en El Teide es casi un espejismo y que las castañas compiten hoy más que nunca con los helados a la hora de captar clientes. El único signo de congelación que se percibe en la cola de 2019 es el reciente anuncio de Pedro Sánchez de no subir las pensiones.

El presidente en funciones sabe que está en la recta final de un viaje a ninguna parte. Es consciente que las posibilidades de ser investido son reales -algunos sitúan el inicio de este ciclo en torno al 5 de enero-, pero también sabe que un ejecutivo cogido con alfileres estará en riesgo con las primeras ventiscas primaverales. Vamos. Que habrá lío cada vez que haya que poner perras sobre la mesa.

Los socialistas han incumplido una promesa electoral. Sí. Pero en medio de un marasmo ideológico como no se recuerda en este país, quebrar un compromiso en favor del desbloqueo no parece una herida demasiado grave. A la espera de ver cómo sutura la brecha, lo normal es que muchos crean que esta situación encaja como anillo a un dejo con el dicho de "eso es pan para hoy y hambre para mañana".