La prioridad de la familia canaria (y del resto del país) consiste en que las limitaciones para llegar a final de mes a través de un trabajo honrado y cualificado sean las menos posibles.

Por ello, buscar una solución confiable y sostenible en el tiempo debe ser el objetivo al que deben estar encaminadas la mayoría de acciones público-privadas pactadas entre Administraciones públicas, patronales y sindicatos.

Para ello tenemos que superar el colapso crónico de las ideas sobre la competitividad y el empleo, para transformar las relaciones laborales en un mercado de trabajo donde, cada día, florecen nuevas condiciones para las empresas y expectativas para los trabajadores.

Las políticas activas de empleo deben ir más allá de los convencionalismos electorales, pues afectan a millones de personas, y tienen que superar paradigmas de insatisfacción mutua, entre trabajadores y empresarios, en la resolución de los conflictos laborales y contratación.

Sin duda, hay que adaptar el mercado laboral a la realidad de una economía cambiante y tendente a la globalización que beneficie a empresarios y trabajadores al mismo tiempo.

Recordando una anécdota compartida hace unos años: "Un amigo le pregunta a otro: si se quema la casa de tu vecino, con el que no te llevas, ¿qué harías? ¿Ayudarías a sofocarla o le darías la espalda?

A la respuesta de "como no me llevo con él, le daría la espalda" recibió la recomendación de revisar su forma de pensar: "Si dejas que la casa de tu vecino se queme porque crees que no te afecta, espera a que las llamas lleguen a tu casa y te darás cuenta del error."

Todos viajamos en ese mismo barco, al que llamamos prosperidad.