Sostenía Giner de los Ríos que mejorar la educación y la ciencia era lo único que haría progresar a España. Para el pedagogo y ensayista malagueño, el país no había perdido la guerra de Cuba por tener peores soldados que EEUU, sino por carecer de los ingenieros y electricistas que los norteamericanos habían formado décadas antes en escuelas y universidades. Probablemente nadie emprendió un esfuerzo regenerador a través de la enseñanza tan gigantesco en España como el de estos intelectuales de la generación del 98. Han transcurrido más de cien años y esa filosofía mantiene inmaculado su vigor. En potenciar el talento, algo sólo posible a través del sistema educativo, está gran parte de la solución a los problemas de Canarias.

Con más de 225 años de historia, la Universidad de La Laguna (ULL) representa un referente. Desde el año 2015, se posiciona dentro de las mil mejores del mundo según el Ranking de Shanghái, concretamente en la posición 607, lo que se traduce en el puesto 16 entre los 80 centros universitarios españoles. En 2016 fue reconocida como la segunda mejor universidad española en Humanidades, según un estudio sobre empleabilidad de la Fundación Everis y en el 2018, el ranking CWUR la situaba en el puesto 446 de las universidades de todo el mundo y en el 13 entre las españolas.

El estímulo a la sociedad del conocimiento tiene su reflejo en la acción del nuevo Gobierno de Canarias, que anuncia una apuesta por la Educación y la Ciencia. Lejos de recrearnos en la complacencia, conviene que este ambiente de optimismo invite en realidad a darle un empujón al sistema educativo canario reparando si no en todo, al menos en parte, en lo que no funciona.

La Institución Libre de Enseñanza, en cuya Residencia de Estudiantes se formaron decenas de canarios, tenía entre sus metas instruir a los jóvenes a afrontar la incertidumbre como algo consustancial a la vida y a la modernidad. Los inicios del siglo XX eran tremendamente confusos y cambiantes, casi igual que los del XXI. Corresponde por tanto al sistema educativo el fomento de los valores humanos, pero sin olvidar que el desarrollo pleno de los mismos sólo es posible cuando el modelo económico satisfaga las necesidades de sus habitantes, un objetivo sólo realizable con la vista puesta en la formación de los jóvenes. Hay que crear desde el poder político los mejores mecanismos para que sus estudios no sean punto de partida para llegar a un horizonte incierto, sino la lanzadera para alcanzar una profesionalización capaz de desarrollarse y contribuir al progreso de Canarias.

Idénticos propósitos cabe formular hoy al volver la vista hacia las aulas. Las innovadoras ideas pedagógicas de entonces sirvieron para el desarrollo personal: dotar a cada ciudadano de herramientas básicas con las que moverse por el mundo con criterio propio. Hoy de los institutos y facultades ya salen estudiantes con una aceptable preparación. El desafío, como comunidad, consiste en transformar ese conocimiento en empleo, bienestar y avance económico.

El descenso de la natalidad comienza a notarse en Infantil y Primaria. Lo que se pierde en cantidad habrá de ganarse en calidad. Hacia ese propósito convendría virar los recursos. En Secundaria y Bachillerato los alumnos suben en las Islas. Un alumno de nuestro país está peor formado que un finlandés pese a recibir 246 horas lectivas más al año. El método, en consecuencia, demanda retoques.

FP baja tras años de intenso crecimiento y en las universidades canarias los alumnos siguen en aumento. La sociedad, como siempre, adelanta a sus políticos, pues el impulso lo posibilitan los alumnos en busca de oportunidades. La administración sigue siendo incapaz de poner en marcha el programa de formación con aprendizaje en las empresas que lleva legislaturas cacareando.

La Universidad y la investigación han sido las grandes sacrificadas durante la crisis. Las malas inercias y la anquilosada gestión académica siguen actuando como lastres.

Urge que Canarias convierta a la Universidad de La Laguna y de Las Palmas de Gran Canaria en uno de los motores esenciales de esta tierra. Las instituciones están ausentes de los principales asuntos de debate y preocupación regional, cuando deberían sentar cátedra con su voz experta y autorizada. Solo el perfecto funcionamiento de este último eslabón de la cadena garantizará la excelencia y revitalización del capital social. Decirlo es fácil. Conseguirlo, harina de otro costal. Intentarlo, imprescindible. "Caminamos a hombros de gigantes", afirmó Einstein. Gigantes del talento: eso necesita Canarias para salir adelante.