Realmente me dio vergüenza. El espectáculo bochornoso del Congreso de los Diputados en la sesión de control al Gobierno hace un par de días. Unos tipos que dicen ser los representantes del pueblo (da igual la ideología política), insultándose y dando un ejemplo maravilloso a la ciudadanía. Vociferando y sacando a relucir pura miseria. Bienvenidos a España.

Yo me reía hace años cuando veía las broncas en parlamentos como el de Turquía o Ucrania, donde se llegaban hasta a pegar. Ahora ya no me río, los tenemos aquí, haciéndonos sentir vergüenza ajena y estamos a un paso de ello. Solo les falta llegar a las manos. 160 millones que cuestan las nuevas elecciones no les bastan. No es suficiente castigo. Además tienen que regalarnos un espectáculo de gritos e insultos más propios de animales incontrolados que de personas civilizadas.

La alegría que se llevarían las comunidades autónomas si se repartieran 160 millones entre ellas en vez de gastarlo en unas elecciones. La de cosas que se podrían hacer con 160 millones de euros. Pero lo peor no es eso. Ya estamos acostumbrados al dispendio, a la pandereta y a disparar con cartucho ajeno. Lo peor es el espectáculo bochornoso de estar pagándole a unos tipos para que se dediquen a insultarse, a gritarse y no sean capaces de llegar a un acuerdo para gobernar, o al menos lo básico, mantener las formas.