Con una oposición debilitada, el Gobierno canario tiene su principal adversario, como en las tragedias, en lo que los griegos llamaban ananké. El destino, que es una fuerza superior incluso a los propios dioses.

Lo que hemos visto hasta ahora entra dentro de la liturgia oficial. Los nuevos gobernantes se quejan amargamente de la herencia recibida de los que quitaron y los desalojados intentan demostrar que los nuevos son una calamidad bíblica. Un clásico de la lírica política contemporánea.

A pesar de que la coexistencia de cuatro partidos no es sencilla, el nuevo Ejecutivo está funcionando. Es mérito indiscutible del presidente, Ángel Víctor Torres, que ha sido fabricado en los altos hornos de la resiliencia, como ya ha demostrado fuera de toda duda razonable siendo el único que ha soportado cuatro años a Antonio Morales en el Cabildo de Gran Canaria.

Pero las Moiras siempre tejen el devenir de los mortales con el hilo de las desgracias. El plazo para que el PSOE de Canarias consiga resultados palpables de Madrid, en el terreno de las transferencias a las Islas, ha empezado a correr. Conforme vayan pasando los meses, el peso de los compromisos sociales del pacto de las flores empezará a ser una carga muy difícil de aguantar para los socios.

Se ha dicho que el Gobierno central cumplirá con Canarias antes de finales de año. Debe ser un chiste. Ahora dice que no puede porque está en precario. Con las elecciones puestas en noviembre, la formación de un nuevo Ejecutivo será, con mucha suerte, hacia finales de diciembre. Es decir, que Madrid va a estar en precario lo que queda del año. Y si hoy no puede cumplir, mañana tampoco podrá, salvo que nos estén tomando el pelo.

El pacto canario tendrá que comerse, en octubre, un presupuesto muy chungo para el año 2020. Alguno tendrá recortes que no le van a gustar ni un pelo. Pero va a ser una coña marinera en comparación con los del año siguiente si hay enfriamiento económico, cae la creación de empleo, aumenta el paro, se hunde la recaudación fiscal y en Madrid no saben y no contestan.

El pacto de las flores es hoy un apacible jardín. Pero cuando la pobreza entra por la puerta el amor salta por la ventana. Si no llega suficiente agua, algunas de las dulces margaritas se van a convertir en plantas carnívoras.

Tampoco ayuda, por el camino, que Antonio Morales meta innecesaria cizaña en las relaciones entre Nueva Canarias y los socialistas. Aupado en el trono de su enorme consideración de sí mismo, ha soltado uno de sus hirientes e incisivos comentarios -esos que no les permite a los demás sobre él mismo- dedicado, con bastante mal gusto, a un adversario derrotado. Decir que Luis Ibarra, apartado vergonzosamente del Cabildo por el PSOE, no le gusta porque es un hombre que no mira a los ojos, fue gratuito e innecesario. Un día, en una de estas, hasta los socialistas le pueden acabar sacando los cuernitos al sol.