La desintegración de Ciudadanos en Canarias es el efecto de una derrota electoral sin paliativos. El éxito tiene miles de padres, pero el fracaso es un huérfano. Mariano Cejas, un gran damnificado de ese proyecto, ha salido a los medios de comunicación para dibujar su propio relato de la traición del partido que había venido para cambiar el mundo. Cejas eligió encabezar la lista regional naranja y se equivocó lamentablemente. Los resultados electorales lo dejaron en la estacada.

Su análisis parte de un escandaloso error argumental. Asegura que Ciudadanos defraudó a los votantes después de las elecciones, prohibiendo a sus electos participar en mociones de censura contra el régimen de Coalición Canaria. Pero lo cierto es que el batacazo fue previo. La realidad es que la gente no votó a Ciudadanos en las elecciones. Y las causas no pueden ser posteriores a los efectos.

Lo que ocurre es que la geometría política de las nuevas corporaciones puso en las manos de algunos cargos de Ciudadanos ser la llave del poder en alianzas con Podemos y el PSOE. El partido dijo que no y ellos dijeron que sí. Es tan sencillo como eso. Y argumentar una supuesta coherencia con los mensajes de una campaña electoral que fue un sonado fracaso mueve a la sonrisa.

El problema, desde antes de las elecciones, es que había una lucha de poder interna. Los que habían hecho la travesía por el desierto tenían un razonable ataque de cuernos por la llegada de la gente guapa: los candidatos telegénicos que eligió Madrid. Los nuevos desembarcaron desplazando a los que se habían tragado los años difíciles. Y eso jeringa.

Para colmo, muchos nuevos salieron ranas. Pasó en Santa Cruz donde los dos concejales se sentían más cercanos al proyecto de los socialistas que al de Coalición. Y pasó en el Cabildo, donde los dos consejeros decidieron pactar con uno de los dos partidos que había cogobernado los últimos cuatro años. Se pasaron las instrucciones del partido por el arco del triunfo. De forma confusa en un caso y de una manera diáfana en el otro. Convertidos de facto en tránsfugas políticos, decidieron en función de sus propios criterios e intereses. No fue, por cierto, lo que pasó en el pacto regional, donde Ciudadanos se cargó las esperanzas de los nacionalistas, siguiendo órdenes de Madrid.

El horizonte de Cejas y de los otros descontentos que han dimitido de su militancia, es que el camino político se acaba ahí. Ciudadanos es un partido fracasado en Canarias que difícilmente podrá recuperarse de los estragos del espectáculo que ha ofrecido. Para los tránsfugas queda, en el futuro, la salida de afiliarse al PSOE con el que cogobiernan. Para los que se han exiliado sin cargos, nada de nada. Todos estos pronunciamientos post morten solamente son un ajuste de cuentas personal entre los que se van y los que se quedan entre los restos del naufragio. Un tiro entre ceja y Cejas. Una revancha que, como todas, es un plato muy frío.