El silbo herreño también existe, como se ha empeñado en demostrar desde hace más de una década el antropólogo David Díaz Reyes; silbo que recientemente ha cobrado actualidad como método de determinadas terapias para patologías que comprometan la comunicación.

A tal fin, dos investigadores de la Universidad de Ruhr, Bocum (Alemania) han realizado su tesis doctoral en relación a la actividad cerebral y el lenguaje silbado, porque, como se conocía hasta ahora, solamente era el hemisferio cerebral izquierdo el que sostenía las áreas del lenguaje, pero se intenta demostrar que trasciende a éste, estando comprometido en esta relación comunicacional también el hemisferio derecho.

De tal manera que el silbo herreño va a tener una proyección importante en el campo de las ciencias, concretamente en el de la psicología y la neurociencia.

Se quejan los investigadores que han rastreado la esencia del silbo herreño que son pocos en la Isla los que usan ya este tipo de mensajes, no así en La Gomera donde la proyección del silbo gomero ya es desde hace tiempo un bien cultural de proyección universal.

Sin embargo, el silbo herreño, desde mi parecer, tiene alguna connotación que lo distingue del gomero. La isla de La Gomera está atravesada por profundos barrancos que hizo de alguna manera agudizar el ingenio de los antiguos pobladores para poder trasmitir determinadas cuestiones, generalmente relacionados con las labores del campo o dar noticias que producían eco barranco tras barranco hasta llegar al sitio que el primer silbador deseaba llegara.

El silbo herreño, por decirlo de alguna manera, es más de andar por casa. ¿Qué pretendo decir con esto? Que se desarrollaba en medios más limitados, concretamente en los terrenos de labranza, en el cuidado del ganado, en la recogida de fruta, vendimias, o los cegadores para recolectar el trigo o la cebada. El silbo herreño convivía en un plano más corto, pero con la importancia de comunicar, al igual que el gomero.

Así mismo la gente de la Isla cuando estaba en el campo realizando alguna que otra tarea, cantaba y silbaba, quizás más silbaba que cantaba, sin introducir los dedos entre los labios, y silbaban canciones que estaban de moda, sobre todo, a través de las películas que se daban en el cine Álamo o la de algún que otro tocadiscos que poseían los casinos de la época, donde se bailaba.

Se silbaba en el campo y se silbaba en los pueblos por las veredas y los atajos cuya traducción era más que otra cosa, una entonación de la convivencia que se ha ido perdiendo con el tiempo.

Había silbadores que traspasaban con su silbo montañas y laderas, pero en lo cotidiano el silbo herreño era muchas veces protagonista no como comunicación de alguna hecho u otro sino como transmisor de alegría y de vitalidad.

Es bueno que se rescate, es necesario que las conclusiones que se deriven a través del estudio científico sean una ayuda para aquellos enfermos que lo necesitan, a la vez que se aumente el patrimonio cultural de la Isla como símbolo de una manera de comunicarse personas y de transmitir mensajes, aunque muchas veces simplemente funcionaba como traducción de la alegría de un silbador cualquiera.