Hay momentos en la vida en los que todo se nos complica. En cuestión de minutos, y sin esperarlo, la vida nos pone a prueba con cualquier tipo de adversidad. Desempleo, una pérdida, una enfermedad. De tenerlo todo pasamos a sentir como si ya no tuviéramos nada.

Poco a poco llenamos la mochila de malas experiencias, negatividad, pesimismo porque lo cierto es que de lo bueno (a no ser que sea impresionante) nos olvidamos pronto, y lo negativo lo recordamos siempre.

Los psicólogos insistimos mucho en la importancia de desarrollar la resiliencia (capacidad para superar la adversidad aprendiendo incluso usándola como trampolín para superarnos a nosotros mismos). Es cierto que es sencillo decirlo y bastante difícil ponerlo en práctica, pero ¿qué otra opción te queda? ¿Te sientes mejor tomando el rol de víctima? ¿Te es más eficaz caer en el vicio de la queja?

Es una realidad que la vida muchas veces se complica, pero también es cierto que nosotros la complicamos aún más. Cuando aparece la dificultad en nuestras vidas, la primera reacción que solemos tener es buscar culpables. Reaccionamos así como mecanismo de defensa para eliminar cualquier tipo de responsabilidad. Lógicamente hay casos y casos. Por ejemplo, ante cualquier caso de violencia es necesario buscar al culpable para luego tomar medidas, pero ante problemas cotidianos y superficiales del día a día, perdemos energía y tiempo en buscar culpables, cuando lo más eficaz es buscar soluciones.

1. No puedes controlar todas las situaciones de tu entorno, pero cada uno de nosotros tenemos el poder de elegir la actitud que tomamos ante los problemas. Cuando la vida se complica, es normal sentir emociones tales como la tristeza, rabia, frustración, pero lo importante no es caerse, sino volver a levantarnos. Anclándonos en esas emociones sin hacer nada al respecto la situación no cambia. Cuanto antes nos pongamos manos a la obra en buscar, fabricar y crear soluciones, antes pasará el mal momento.

2. Cuanto más focalicemos nuestra atención en el daño, más grande se hará la herida y la frustración. El tiempo y energía que perdemos en ello, en lugar de buscar una salida, es irrecuperable y alarga la situación de malestar.

3. Importante desarrollar las habilidades de resolución de conflictos y toma de decisiones para que ante la dificultad, sea más sencillo crear un abanico de posibles soluciones. Tales habilidades influyen directa y positivamente en nuestra calidad de vida emocional.

4. Absolutamente todos tenemos una parte de nosotros con rabia y coraje que en muchas ocasiones no gestionamos bien. La solemos sacar con los que más nos quieren en lugar de hacerlo cuando la vida se complica. Aquí es fundamental el papel de la motivación, porque justo de eso se trata. De buscar el "motivo" para pelear contra la dificultad, lograr el equilibrio y alcanzar nuestros propósitos sin dejarse llevar por la apatía y desesperanza. "Si tú sabes lo que vales, ve y consigue lo que mereces" y sé feliz, lo merecemos todos.

5. Es verdad que son muchos los que ante una situación de estrés se bloquean mentalmente. Si no encuentras soluciones, pregunta, pide ayuda, habla con personas que han pasado por tu situación. Dando este paso, ya estás buscando una solución. Si cambias tu actitud, cambias tu realidad.

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