"Una belleza nos une" ("Beauty Unites Us") es el título de la muestra que El Vaticano ha llevado a Pekín para que pueda ser vista en el Museo de Palacio, en la Puerta de la Destreza Divina (Shenwu men) de la Ciudad Prohibida. Se trata de una selección de piezas depositadas en los Museos Vaticanos, donadas a lo largo de los siglos por China a la Santa Sede. En Roma se guardan en una sección dedicada al arte no europeo, denominada "Anima mundi".

El Vaticano ha enviado también el magnífico lienzo de Wenzel Peter (1745-1829) que lleva por título "Adán y Eva en el Paraíso terrenal". En él aparecen más de 200 animales, pintados con exquisito trazo y precisión científica. Y es que la Santa Sede trata de hacer cuanto está a su alcance para que las dificultades en las relaciones diplomáticas con China se minimicen, y considera que el cultivo del amor al arte y a la naturaleza contribuye grandemente a que la paz y la armonía reinen, no solo en las relaciones personales, sino también, a nivel político, entre las naciones.

Esta misma idea es la que rige la exposición "Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines" en el Museo del Prado. Lo ha expresado certeramente José Ortega y Gasset: "La unidad de la pintura de Occidente es uno de los grandes hechos que hacen manifiesta la unidad de la cultura europea". En efecto, reinos y territorios enfrentados, en el siglo XVII, por guerras y hostilidades diversas se mantuvieron unidos, sin embargo, por los vínculos sublimes de una misma tradición pictórica, como acreditan las extraordinarias obras expuestas actualmente en la muestra temporal del Prado y las sugerentes explicaciones que figuran en las cartelas que las acompañan y en el catálogo.

Pero, como decimos, no solo el arte, también la contemplación de la belleza de la naturaleza logra serenar los ánimos belicosos y los predispone a la concordia. De ahí el que la Santa Sede acogiese con gozo el hecho de que el gobierno chino la haya invitado a participar en la Exposición internacional de horticultura 2019. El pabellón, construido con materiales que evocan aquellos con los que fueron edificadas las basílicas papales y fuentes que hacen correr el agua al igual que en los jardines vaticanos, está presidido por una copia de altísima calidad del cuadro de Wenzel Peter arriba mencionado. Se exhiben, además, códices de herbolaria y se hacen demostraciones de técnicas muy avanzadas en el cultivo y desarrollo de las plantas.

El lema elegido por la Santa Sede para expresar lo que realmente pretende con su presencia en la Expo de Pekín 2019 es "Hogar de corazones" ("Home of Hearts") y lo ha ilustrado con este pasaje de la encíclica «Laudato Si´» impreso en la placa que se halla a la entrada del pabellón: "Hoy, creyentes y no creyentes estamos de acuerdo en que la tierra es esencialmente una herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos" (n. 93). Y será precisamente la unión de sus habitantes, y el respeto hacia ella, lo que la convierta en hogar habitable, fraterno y hermoso, en el que la paz y la armonía del paraíso primigenio, perdidas a causa del egoísmo, la ambición, la codicia y la mentira, sean nuevamente realidades visibles y vivibles.