Lo recuerdo bien por lo mucho que me indignaron aquellas imágenes, en blanco y negro, de la visita del expresidente De Gaulle a Franco en El Pardo. He visto ahora que fue en 1970, no lo olvidé. De Gaulle había sido el líder de la Francia libre durante la II Guerra Mundial. A la que salvó de toda la ignominia que acumularon los propios franceses. Hanna Arendt, que apreciaba mucho a Camus, es otra que dijo que Sartre no solo no se opuso a los nazis, sino que sus grandes estrenos fueron con ellos. En torno a 1933 y el ascenso de los nazis al poder, Sartre cursaban estudios de posgrado en Berlín y Raymond Aron en Colonia. Sartre no vio nada que le perturbara, mientras Aron vio escupir fuego al dragón luciferino.

Tenemos que ir a Barcelona por asunto familiar ¡si no, de qué!

Es evidente que el nazismo no es el separatismo catalán, pero mantiene un vínculo de imperiosa potencia en concomitancias: iconográficas, simbólicas, estéticas (estetización de la política, Benjamín), supremacistas, coactivas, excluyentes, insultantes, propagandísticas, dominio intimidatorio de la calle, adoctrinamiento educativo radical, mayor colaboración de las masas y sostenido estímulo institucional.

Ya en Barcelona. El vínculo con el nazismo me es refutado por un no catalán, por exagerado. Asiento, pero las concomitancias existen, además con un extraordinario valor simbólico y mítico por su inscripción profunda y decisiva en contenidos psicosociales e imaginario, además en una democracia -no totalitarismo- sujeta a poderes supraterritoriales (España y Europa) ¡que tiene mucho mérito! Por tanto, con un grado de adhesión máxima (el fanatismo como acto cotidiano de las masas) y para que la ecuación con un poder así cuadre, una resistencia mínima.

El taxista es andaluz, está en contra, no le gusta que (le) insulten a los españoles, pero culpa a los políticos. ¿Y estar dentro o contra la ley democrática y marco convivencial? Calla. En estos se ve que la neutralidad y equidistancia es la actitud indispensable para poder tener un campo de encuentro y confort, de mínima comodidad y no abusiva claudicación ante los señoritos burgueses del catalanismo, del que procede el supremacismo. No del nacionalismo, mero asunto político, de lucha de masas y trasfondo ideológico sentimental. El catalanismo tiene otra función: trascendente, revestir de sacralidad y unción el tesoro étnico en su esencia constitutiva intemporal, muy por encima de contingencias políticos. La gran obra de los señoritos catalanes a través del socialismo/PSC. Los emigrantes tragaron, como la progresía hispana babeante con el esnobismo -filogenético- catalán.