La osadía y el odio son dos de los componentes esenciales en el transcurso de la historia. Guerras, revueltas y movimientos políticos y económicos han bebido continuamente de dos sensaciones evidenciadas como armas de destrucción masiva. En nuestro tiempo, ambos ingredientes están presentes en el día a día. El poder político y el periodismo no escapan a la satisfactoria experiencia de ejecutar y poner en marcha el mecanismo de la osadía y la estupidez. Lo vemos con Donald Trump y sus ataques constantes a medios de comunicación como el New York Times; con Bolsonaro en Brasil defendiendo las fakes news; o en España, partidos ultra que bombardean con absurdeces las radios, teles y periódicos, cayendo en la trampa de dar difusión y campaña a los radicales. No solo en Latinoamérica, sino también en nuestro país, la entrevista del periodista mejicano Jorge Ramos al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en el palacio presidencial ha dado mucho que hablar y ha puesto en solfa las mañas de un pseudo dictador a la deriva. Grotesca chulería, sabiduría extrema y bravura como elementos característicos de un obrero del pueblo que vive como un terrateniente las penurias de una sociedad en lamento constante. Maduro cortó la entrevista cuando Jorge Ramos le preguntó sobre los señalamientos de fraude en torno a las elecciones del 20 de mayo (de 2018) y le mostró un video donde un grupo de jóvenes comen de la basura en la calle. "Te vas a tragar con Coca-Cola tu provocación", "eres de la extrema derecha al servicio de la oposición, y no un periodista; un militante" o "esta entrevista, te digo, no tiene ningún sentido ni para mí ni para ti, ¿oíste? Yo creo que es mejor suspenderla, ¿oíste? Te agradezco todo, hasta luego", fueron algunas de las perlas que regaló el presidente puesto por Hugo Chávez. Pese a admirar la manera tan directa y valiente del periodismo de Jorge Ramos, con auténticas clases magistrales de cómo acorralar a base de preguntas comprometidas a personajes tan complicados como Obama, Uribe, Trump, Peña Nieto, este alumno de Paxman dejó escapar una oportunidad maravillosa de enseñarle al mundo la mentira piadosa de la Venezuela de Maduro. Disparó desde el minuto uno actuando más de juez que de periodista, lo que permitió al presidente tener ya su baza para desacreditarlo en preguntas necesarias que fueron contestadas con la evasión. En Iowa, Donald Trump, cuando era el precandidato republicano ordenó a su jefe de seguridad la salida del famoso presentador de Univisión de la conferencia de prensa ante preguntas certeras que enojaron al actual presidente de los Estados Unidos. El cabreo en los políticos por interrogatorios bien ponderados es fundamental para sacralizar el derecho a la información que tienen los ciudadanos. Hacer periodismo al borde de la fina línea que separa un juzgado de un plató de televisión es un riesgo, y lo ocurrido en Miraflores demuestra lo necesario de un Jorge Ramos y el peligro para el periodismo de un Jorge Ramos excesivamente amarillista. Aunque muy en la línea latina, se demostró que era más importante el show que la entrevista; más amarilla que madura.

@luisfeblesc