Menos participación que en las últimas elecciones, y más confusión son la marca del Superdomingo electoral. Confusión a la hora de votar, con atascos en los colegios electorales, largas colas en muchos de ellos y escasa privacidad por el exceso de candidaturas y papeletas, además de retrasos a la hora de recontar los votos y dificultad para procesar los resultados. Porque el problema de escribir después de un cuádruple proceso electoral, es por dónde empezar, en qué fijarse, qué colocar primero. Lo que ha ocurrido en los principales ayuntamientos españoles -Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla o Las Palmas- es tan diverso que se hace imposible hacer pronósticos globales. Esa es la lectura: que al final, serán diversas y complejas las posibilidades de Gobierno, y responderán en todos los casos a complejas negociaciones y pactos.

En cuanto a la cantada victoria del PSOE en las europeas, no debería hacernos perder de vista el crecimiento continental de las fuerzas euroescépticas, un peligro latente que ya suma un preocupante porcentaje del voto europeo. Y tampoco minusvalorar el efecto propagandístico de los cinco diputados independentistas.

Y en cuanto a los resultados en Canarias: todo indica que el cambio de ciclo anunciado por las fuerzas de la izquierda dependerá finalmente de dónde decida situarse Casimiro Curbelo. Será él probablemente quien incline la balanza en un sentido o en otro, hacia la izquierda o la derecha, pero si al final hay Gobierno de los nacionalistas con la derecha, será porque Coalición cede a la exigencia de Ciudadanos y saca de la carrera a Fernando Clavijo o Ciudadanos reconsidera su posición.

Los resultados, como se preveía, dejan abierta la posibilidad de acuerdos diferentes para articular el Gobierno, que responden a la existencia de dos claros bloques, de dos pulsiones frentistas, que solo se evitaría si socialistas y nacionalistas llegan a ponerse de acuerdo.

Y como apunte, la recurrente diferencia sociología del voto de Tenerife y Gran Canaria. Mientras en Tenerife pesa más la derecha, en Gran Canaria ocurre justo lo contrario.

En resumen, un mapa político más complejo y fraccionado, que debería obligar a los políticos a superar la epidemia de líneas rojas que hoy vivimos. Un esfuerzo de moderación y entendimiento se impone.

Verán que logran hacer ese esfuerzo en aquellos lugares donde les convenga. Y el Gobierno de Canarias podría llegar a ser uno de ellos.