La Palma ha conseguido que la Transvulcania sea una marca reconocida a nivel internacional. En poco más de una década afianzó los cimientos de una iniciativa que nació como una aventura, es decir, con una generosa dosis de locura, pero que ha acabado por instalarse cómodamente en las agendas de miles de personas. Corredores, organizadores, residentes y voluntarios se han convertido en las aurículas y ventrículos de una prueba que trasciende a lo que es un trail... La Isla Bonita ha logrado tejer un sentimiento popular alrededor de una cita deportiva que comienza a tener vida propia en el calendario. Mayo es el mes en el que La Palma se pone en modo Transvulcania. Solo es necesario darse una vuelta por una terminal aeroporturia del Archipiélago para comprobar la agitación que suscita una experiencia que tiene una incidencia directa en el motor económico local: en un ciclo en el que todo el mundo habla de diversificar las finanzas, algún mérito hay que otorgarle a los impulsores de la Bluetrail (Tenerife), la Transgrancanaria (Gran Canaria) o de la Ultra Trail Isla de El Hierro a la hora de acaparar la atención de participantes procedentes de los cinco continentes. Sí. Nadie duda del carácter puntual de estas citas. Vienen y se van con la misma naturalidad con la que llega la Semana Santa, pero ese es el mérito: ratificar que al menos un fin de semana al año La Palma se pone en modo Transvulcania.