De las sorpresas del 28-A en las Islas, la más llamativa ha sido sin duda el resultado de Coalición Canaria en la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Cuando la mayor parte de los sondeos daban por perdido el escaño de Ana Oramas, casi desde el inicio del recuento pareció claro que la candidatura nacionalista acabaría por hacerse con dos diputados. Los sondeos nacionales, utilizados como arma de propaganda, fracasaron estrepitosamente al valorar el alcance del voto nacionalista. Básicamente, los sondeos nacionales se hacen mal en Canarias: un sondeo con 8.000 entrevistados no asigna más de 200 cuestionarios a las Islas. Con tan pocos datos es muy fácil estamparse...

Confirmada por las urnas la sorpresiva recuperación de Coalición, conviene plantearse si es trasladable a las próximas elecciones regionales y locales. No hay ninguna garantía al respecto, aunque sí es cierto que una de las características definidoras del voto en Canarias es su distinto comportamiento en las generales con relación a las regionales o locales. Tradicionalmente, el voto canario en las generales apuesta por partidos de ámbito estatal, más de lo que ocurre en las elecciones regionales y locales. Por eso, en Coalición tiraban voladores la noche del pasado 28, convencidos de que los próximos resultados serán aún mejores que en esta ocasión.

Frente al inesperado éxito coalicionero, la derrota de Nueva Canarias se agiganta y parece por comparación mayor de lo que realmente es. Porque las posibilidades de Nueva Canarias de revalidar el escaño del diputado 176, Pedro Quevedo, eran nulas. Nueva Canarias no ha logrado nunca sumar un diputado acudiendo en solitario a las elecciones. Lo consiguió de la mano de Coalición Canaria, y también lo logró en 2015 y 2016 gracias al acuerdo con el PSOE. Presentándose en solitario cosecharon el peor resultado de su historia, peor incluso que el de 2008, la única vez que acudieron por su cuenta. Una pena, porque Quevedo y la senadora López Santana realizaron un buen trabajo.

Las explicaciones dadas por Quevedo para justificar su derrota son absurdas: que si los electores votaron a Coalición Canaria pensando que lo votaban a él, o que Coalición no debería haberse presentado en la provincia oriental. ¿Y por qué? La candidata de Coalición en Las Palmas obtuvo casi los mismos votos que sacó Quevedo. La autocrítica se impone: las cacareadas diferencias ideológicas entre Nueva Canarias y Coalición son instrumentales. Son los conflictos personales, la enemistad declarada entre dirigentes de ambos partidos nacionalistas -que fueron uno sólo hasta 2006-, las que hacen imposible un acuerdo. Es ridículo pretender ordenar las decisiones políticas en base a lo que resulta lógico o conveniente, pero lo cierto es que si Nueva Canarias y Coalición se hubieran unido estas elecciones, hoy habría tres diputados nacionalistas en el Congreso, y uno de ellos sería Pedro Quevedo.