Más de trescientos millones nos costarán las dos citas electorales de abril y mayo. La democracia ya es otra cosa que elegir quienes administren nuestro futuro. Es una feroz lucha por el poder de la partitocracia para influir, colonizar la administración y colocar afines. Nada nuevo, excepto la violencia. Porque la política en España ha pasado a destilar una influencia tóxica en los fanáticos que se mueven en los extremos. Hay lugares en donde llevar una bandera es insultar. Hay lugares donde celebrar un acto democrático es "ir a provocar". Un nauseabundo argumento parecido al de algunos machitos con las mujeres que llevan minifalda. Pero la novedad es que lo dicen los fachas de derechas y los de izquierdas. Hay bárbaros en todas las latitudes de la estupidez. Radicales violentos que representan un tipo de basura que ninguna sociedad es capaz de reciclar. Cada día hay más y la tolerancia hacia esa violencia es la peor amenaza a nuestras libertades.