Más de 75 años después de ser extraída de las profundidades del puerto palmero, una campana de la época del rey Felipe V, datada en torno a 1721, llega al Museo Insular de La Palma gracias a la donación realizada por Fernando Tena Morales. Se trata de una pieza de bronce de gran interés etnográfico y que se encuentra en buen estado de conservación.

Esta campana fue encontrada por unos buzos durante los trabajos de ampliación del muelle de Santa Cruz de La Palma, unas obras realizadas en la primera mitad del siglo XX. Desde entonces, la familia Tena se encargó de su cuidado y conservación hasta ahora.

Sobre la procedencia de la misma se apuntan dos teorías, la primera que perteneciera a una antigua fortificación, la Torre de San Miguel, la otra que su ubicación estuviera en las inmediaciones de la ermita de San Telmo, en el risco de La Luz, para alertar a la localidad de la llegada de navíos.

A ese respecto, el historiador y actual gerente del Real Castillo de Santa Catalina de Alejandría, Francisco Acosta, confirma que la mayoría de indicios apuntan a que esta campaña perteneció a la Torre de San Miguel, que empezó a demolerse en mayo de 1898, pero dejó de tener uso militar en noviembre del año anterior. Con su demolición, los materiales y escombros se utilizaron en las primeras obras de ampliación del puerto de Santa Cruz de La Palma, lo que hace que sea probable que la campana acompañara a todos esos restos al fondo de la bahía capitalina.

Apunta además Acosta que se conoce que esa campana, que ahora formará parte de la Sala Marítima y de Carpintería de Ribera del Museo Insular de La Palma, fue la segunda que tuvo la fortificación, "refundida de la anterior que fue afectada por metralla a principios del siglo XVIII".

Su uso estaba relacionado con la señalización de los horarios del puerto y de los fondeos, aunque también se puede vincular como método de aviso para señalar la proximidad de navíos no amistosos.

Y es que fue de ese modo como surgió esta construcción, ya que la Torre de San Miguel era uno de los elementos principales del sistema defensivo de Santa Cruz de La Palma. Construido a principios del siglo XVI, durante 400 años estuvo situado en un lugar tan estratégico como era el puerto. La antigua fortificación fue testigo tanto de las actividades mercantiles como de los ataques navales o del tráfico de navíos.

Restos de esas fortificaciones también resurgieron más de un siglo después con la realización de las obras de la Avenida Marítima y la calle Álvarez de Abreu, recientemente inauguradas, y que permitieron descubrir tas las excavaciones restos de la muralla defensiva de la ciudad, del siglo XVIII, que protegía a una ciudad y un puerto que en el transcurso de su historia tuvo que soportar las repetidas intentonas de piratas para hacerse con el control de la isla, pero todos fueron bravamente rechazados aun a costa de muchas vidas sacrificadas.

La prosperidad de Santa Cruz de La Palma permitió que la ciudad se fuera poblando de familias españolas nobles y ricos comerciantes venidos de Flandes, de Italia y de Portugal.

Esto hizo que su puerto fuera tomando especial relevancia en el siglo XVI. Finalmente, se convirtió en la tercera zona portuaria más importante del Imperio Español, tras el de Sevilla y Amberes, algo que mantuvo hasta mediados del siglo XVII.

Ahora, esa ciudad floreciente vuelve a recordarse con esta campana que simboliza parte de la historia de la isla y que podrá ser contemplada por quienes visiten el Museo Insular.