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Seguridad | Vigilancia en el ocio nocturno lagunero

La Policía blinda el Cuadrilátero de La Laguna

Un amplio operativo de seguridad evita nuevos altercados en el epicentro de la marcha lagunera | La noche del viernes al sábado se salda sin incidentes de relevancia

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Operativo Policía Local en el Cuadrilátero de La Laguna Andrés Gutiérrez

Los altercados registrados la pasada semana en la plaza Víctor Zurita Soler y sus alrededores han llevado a la activación de un especial despliegue policial para evitar que se repitan. La afluencia de personas y los hechos violentos se reducen drásticamente tras el anuncio de la puesta en marcha de ese dispositivo de seguridad, según pudo comprobar este periódico en la noche del viernes al sábado.

«Hay policías por todos lados», le dice un joven a otro en la calle Elías Serra Rafols, una de las que conforman el perímetro del Cuadrilátero, la conocida zona de ocio nocturno de La Laguna. Son todavía las 21:30 horas del viernes y la noche no ha arrancado. Jóvenes cenan bocadillos y pizzas en los locales de las inmediaciones, otros atraviesan la zona con la mochila a cuestas en visible retirada de una jornada de estudio y en el exterior de algunos bares más encaminados al ocio nocturno su personal aguarda a los clientes. De esa forma calentaba motores la primera gran noche en el epicentro de la marcha lagunera después de los incidentes que se registraron la pasada semana y que, como ya ocurriese en octubre, han vuelto a poner a la Ciudad de los Adelantados en el punto de mira.

La policía blinda el Cuadrilátero

Este periódico presenció hasta las 00:30 horas el desarrollo de una noche de fiesta que finalmente transcurrió en un ambiente diametralmente opuesto al del fin de semana previo. La explicación estaba en el amplio despliegue policial, ese que sorprendía al joven del principio del texto y que fue protagonista de más comentarios durante las horas sucesivas. Anunciado desde el lunes, el operativo de seguridad generó un doble efecto disuasorio: mucha menor afluencia de personas y erradicación de altercados.

La policía blinda el Cuadrilátero

Marrero cruza los dedos

«Todas las administraciones han cumplido con su palabra de colaborar», señalaba a las 22:00 horas ante una cámara de Televisión Canaria el concejal de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de La Laguna, Alejandro Marrero, que estuvo siguiendo in situ el operativo. «Ha disminuido la presencia de gente», continuó. Explicó el edil que se trataba de un dispositivo similar al de octubre y que el gran objetivo era realizar un trabajo preventivo que evitase los incidentes y permitiese el descanso de los vecinos. «También queremos garantizar que las empresas puedan cumplir con su labor. Es una zona tradicional de ocio y no podemos erradicar la actividad. Lo que buscamos es que haya una convivencia óptima», calibraba el político sobre la necesidad de combinar intereses.

El número de agentes desplegados sorprende a algunos usuarios de esta zona de ocio

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Marrero parecía cruzar los dedos. Tras la polémica y críticas de los días previos, lo menos que necesitaba el Ayuntamiento, los cuerpos policiales e, incluso, la ciudad eran nuevos incidentes. El operativo tuvo su epicentro en el Cuadrilátero, pero sus ramificaciones se extendieron hasta otros puntos. Uno de los ejemplos más visibles de eso último era la unidad de la Policía Canaria que se encontraba a primera hora de la noche en el Intercambiador. La Concepción o el Barrio Nuevo también fueron seguidos de cerca por la Policía Local para evitar que se realizasen botellones. En total, 32 agentes formaron parte del servicio nocturno de la policía lagunera en la noche del viernes al sábado, ocho de ellos pertenecientes a la Unidad de Refuerzo al Servicio e Intervención (URSI) y cuatro de paisano, cifró Marrero. La Policía Nacional también contó con un notable despliegue: hasta cuatro furgones y 13 efectivos se podían contabilizar en un mismo punto de la calle Antonio González –la parte superior del Cuadrilátero– pasada la medianoche. Este cuerpo desplegó, además, a varios miembros del Grupo Operativo de Respuesta (GOR).

«La verdad es que no nos esperábamos tanta policía; sí que hubiera, pero no tanta», expresaba un grupo de cinco alumnos de la Facultad de Educación. «Lo del fin de semana pasado fue una locura», coincidían varios de ellos tras haber visto las imágenes. «Nosotros tampoco somos de salir demasiado; hoy fuimos a comer una pizza y ahora venimos a aquí más a dar una vuelta que a beber nada», apuntó una chica que, como el resto, prefirió no decir su nombre. «Yo soy de Gran Canaria y mi madre no sabe que estoy aquí; a ver si va a leer el periódico y se pone nerviosa...», expresó medio en broma medio en serio.

La policía blinda el Cuadrilátero

Otro Cuadrilátero

Las 22:30, las 23:00, las 23:30... El frío era lo único que parecía cambiar. La noche iba avanzando y la plaza Víctor Zurita Soler, que es como realmente se denomina el Cuadrilátero, poco tenía que ver con la de las grabaciones que corrieron como la pólvora la semana anterior ni con aquel lugar entre el desmadre y la sordidez que obtuvo fama a finales de los 90 y durante los 2000, uno de los puntos clave por aquellos años de la marcha en la Isla y que hasta tuvo su derivada judicial con la operación Corredor, con una pieza separada y unas escuchas que sacudieron en 2014 la política lagunera.

32 Agentes de la Policía Local

El servicio nocturno del viernes al sábado contó con 32 agentes de la Policía Local. A ellos se sumaron efectivos del Cuerpo Nacional de Policía y un apoyo de la Policía Canaria.

4 Puntos de control

La zona del Cuadrilátero tuvo cuatro puntos de control fijos, mientras que grupos de policías en fila india realizaron rondas peatonales por los alrededores del lugar.

Las policías Local y Nacional instalaron cuatro puntos de control. Uno de ellos se encontraba en la confluencia de la calle Doctor Zamenhoff con Antonio González, otro en la esquina de la primera de esas vías con Elías Serra Rafols, el tercero en la parte superior del Cuadrilátero y el restante en el inicio de la calle María del Cristo Ossuna. El objetivo era evitar la entrada de bebidas alcohólicas y de objetos contundentes que pudiesen ser empleados en peleas. Precisamente por ello prácticamente nadie portaba bebidas.

Aunque desde el Consistorio se anunció inicialmente que no podrían acceder menores, no se impidió el paso a ningún usuario. Según matizó el viernes el concejal de Seguridad Ciudadana, la imposibilidad de entrada a quienes tuviesen menos de 18 años se produciría en caso de llevar bebidas. «A mí no me parece mal que se intente frenar que haya niños metidos aquí dentro», señalaba Miguel Ángel Díaz, que caminaba rápido por la zona. «Vivo en un edificio aquí mismo; esto ha estado tranquilo durante los últimos años y ahora, después del confinamiento, hemos vuelto a lo mismo de antes o, si me apuras, a peor», apuntó. «Aunque esta noche parece que está bien», añadió.

La policía blinda el Cuadrilátero

Grupos de policías uniformados realizaban rondas peatonales en fila india y algún cacheo cuando detectaban actitudes anómalas. Uno de ellos se produjo pasadas las 23:00 horas en la calle María del Cristo Ossuna. En torno a esa hora se empezaban a formar pequeñas colas por fuera de los locales más conocidos al haberse completado el aforo de su interior. Tal era la tranquilidad en la plaza Víctor Zurita que cualquier comportamiento que se saliese de la normalidad llamaba la atención, como el del hombre de nacionalidad extranjera con un sombrero y un palo de caña en la mano. «Yo vengo caminar», dijo a un policía local entre gestos y un macarrónico español. Incluso parecía no cuadrar la presencia allí del concejal de Seguridad Ciudadana, un asesor del Ayuntamiento y una tercera persona que los acompañaba al filo de la medianoche. «Tienen una pinta de secreta exagerada», les dijo, como quien acaba de descubrir algo, un joven que fumaba junto a otro en una de las columnas de los soportales del Cuadrilátero.

Incidentes menores

La previsión era que el dispositivo principal se prolongase hasta las 3:00 horas. Y ni hasta ahí ni con posterioridad se registraron hechos de relevancia, según los datos facilitados en la mañana de ayer por el Ayuntamiento de La Laguna. Las quejas por el volumen de la música en un local llevaron a que la policía requiriese su cierre a la una de la madrugada, una persona intentó utilizar en un 24 horas una tarjeta de crédito ajena que se había encontrado y un insulto a agentes llevó al levantamiento de un acta por infracción. Una noche de relativa calma y de la que se desprende que la aplicación de refuerzos especiales es uno de los mejores contrapesos frente a la conflictividad en esta zona de ocio nocturno, donde también parece haber espacio para la esperanza. «Toma, hermano», le dijo, pasada la medianoche, un joven a un indigente que estaba sentado en la acera mientras le entregaba una palmera de chocolate que le acababa de comprar.

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