Tal día como hoy, hace 55 años, el humo tomó las céntricas calles de La Laguna. La iglesia de San Agustín ardió el 2 de junio de 1967 y sumió a la Ciudad de los Adelantados en el caos y la preocupación. Más de medio siglo después, las ruinas de este emblemático edificio lagunero continúan intactas, recordando el que fue uno de los accidentes más importantes de la historia reciente de la Ciudad de los Adelantados.

Era un miércoles de junio de 1964. Sobre las cuatro de la tarde, un cortocircuito en el coro de la iglesia de San Agustín provocó el incendio. Pronto, las llamas se extendieron a la techumbre del templo, construida en tea. No obstante, la rápida intervención de los bomberos evitó que las llamas afectaran a otras edificaciones cercanas. A pesar de ello, durante esa misma tarde se produjeron hasta dos conatos de incendio, uno en unos almacenes de la cercana calle Tabares de Cala y otro en una palmera de la plaza de la Catedral. Sendos fuegos se iniciaron por las chispas procedentes del incendio de la iglesia de San Agustín.

Este espacio religioso era uno de los templos más antiguos de Canarias y, además, uno de los más frecuentados por los laguneros. Así, el cariño que sentía la población por esta iglesia no solo se vio reflejado en la rápida actuación de los numerosos vecinos que se presentaron voluntarios para sofocar las llamas, sino también en la campaña que comenzó pocas horas después de que se apagara el fuego para la reconstrucción de la iglesia.

De hecho, la Diócesis Nivariense encabezó la campaña con la aportación de 50.000 pesetas. El objetivo era reparar los daños y reanudar los oficios religiosos en la iglesia destruida lo antes posible. Los planes cambiaron pronto y se propuso crear una plaza pública sobre las ruinas de la iglesia, pero 55 años después, nada de eso ha ocurrido.

La historia de la iglesia de San Agustín se remonta al año 1501 puesto que esa es la fecha que aparece en la lápida sepulcral más antigua, que es la de Jorge Grimón, uno de los hombres que participó en la conquista. Y es que en esta iglesia se encontraban, entre otros, los enterramientos de personas ilustres como Tomás Nava y Grimón, marqués de Villanueva del Prado y fundador del Jardín Botánico de Tenerife. El templo fue fundado por los agustinos Fray Andrés de Goles y Pedro de Cea, que llegaron a Tenerife junto al Adelantado Alonso Fernández de Lugo. Esta iglesia fue sede provisional de la Catedral durante dos periodos de tiempo a lo largo de sus cinco siglos de historia. Era uno de los más grandes de La Laguna y el único que tenía el artesonado de tea, así como el suelo de madera. La iglesia sufrió varias reformas a lo largo de su historia. En el año 1735, por ejemplo, tuvo que ser destruida y se levantó el edificio que más tarde ardió en 1967.

El fuego de hace 55 años destruyó diversas imágenes que se encontraban en el templo, como la del Cristo de Burgos, Jesús Nazareno y el Señor de la Cañita. También se perdió todo el tesoro de la iglesia, así como el cuerpo incorrupto de San Fortunato, que se encontraba en una urna de cristal con remates de plata en la parte baja del altar, y que había sido extraído de las Catacumbas de Roma en 1680. Tan solo pudieron ser salvadas las imágenes de la Dolorosa, una Virgen de la Candelaria, la Magdalena, una pequeña Milagrosa y un crucifijo de grandes proporciones.

El incendio de aquella tarde del 2 de junio no solo destruyó uno de los templos más emblemáticos de La Laguna, sino que también afectó a otras importantes construcciones cercanas. De este modo, las llamas alcanzaron el Hospital de Nuestra Señora de los Dolores y el Instituto de Enseñanza Media, de donde tuvieron que ser evacuados un millar de menores. Y es que las llamas se propagaron a dos aulas que ocupa las dependencias conventuales originarias. En cuanto al hospital, que también estuvo afectado, allí se encontraba medio centenar de enfermos que fueron evacuados, primero a la Catedral y al Ateneo de La Laguna, y luego en diferentes ambulancias al Hospital Civil de Santa Cruz de Tenerife.

La iglesia de San Agustín siempre destacó por su impresionante belleza interior. Sus suelos de madera únicos y su altar le valieron el cariño y la admiración de los laguneros durante largos años. Sin embargo, el fuego no dejó más que columnas de piedra ennegrecida, derretidas por las altas temperaturas que se alcanzaron durante el incendio. Sus muros aún mantienen las huellas de las cenizas y las hierbas crecen donde antes se ubicaban los bancos de uno de los templos más emblemáticas de la Isla. Todo ello espera ahora una vida nueva, sin olvidar nunca su espectacular pasado, que estará siempre presente, sea cual sea el futuro de estas ruinas.

El futuro de las ruinas

En 2005, el Ayuntamiento de La Laguna convocó un concurso internacional de ideas para definir el futuro de las ruinas de la iglesia de San Agustín, y que ganó el estudio SIC con un proyecto que proponía la creación de un centro sociocultural. La propuesta incluía la creación de una plaza pública sobre las ruinas cubierta y dedicada al esparcimiento de los vecinos. Además, el inmueble aledaño, que ocupaban los Bethlemitas, también proponían que fuera intervenido para crear un espacio cultural y de congresos.

La falta de financiación paralizó este proyecto durante más de diez años. No obstante, en 2016, el Ayuntamiento de La Laguna aprobó el convenio con el Cabildo de Tenerife para sufragar los gastos de la primera parte del proyecto de rehabilitación. Estos primeros trabajos incluyen la consolidación de los muros y columnas que quedaron en pie después del incendio de 1964. Más tarde, la intervención se centrará en la puesta en uso del espacio que albergaba la antigua iglesia. Sin embargo, para realizar el proyecto al completo el Ayuntamiento aún tiene que buscar financiación externa.

El Consistorio trabaja en la actualidad para adjudicar la obra.