Elecciones generales

Polonia, ante un nuevo pulso entre Donald Tusk y Jaroslaw Kaczynski

Los sondeos favorecen a Kaczynski, de 74 años y viceprimer ministro en el Gobierno que lidera su correligionario Mateusz Morawiecki

Jaroslaw Kaczynski y Donald Tusk.

Jaroslaw Kaczynski y Donald Tusk.

Gemma Casadevall

Polonia elige el domingo su nuevo Parlamento en unas elecciones planteadas como un pulso entre el hombre fuerte de la política nacional, Jaroslaw Kaczynski, y el líder de la oposición liberal, Donald Tusk, la esperanza de un giro europeísta tras ocho años de permanente confrontación con Bruselas. Es un nuevo capítulo en una rivalidad política y personal, plasmada en los carteles electorales de esta campaña y persistente en la política polaca desde hace más de una década y media. Juega con cierta ventaja el líder del ultraconservador partido gubernamental Ley y Justicia (PiS).

Los sondeos favorecen a Kaczynski, de 74 años y viceprimer ministro en el Gobierno que lidera su correligionario Mateusz Morawiecki. Decir que Kaczynski es el segundo en el Ejecutivo de Varsovia es erróneo, ya que él es quien dispone el reparto de cargos y quien domina la política nacional. Su poder alcanza a la presidencia del país, que ejerce desde 2015 Andrzej Duda, ascendido a la jefatura del Estado como candidato del PiS.

Los mandatos de Tusk

En dos ocasiones ganó la partida en las urnas Tusk, de 66 años y líder de la liberal Plataforma Cívica (PO). La primera fue en 2007, cuando se convirtió en primer ministro. Puso así fin a la singular fase polaca de doble supremacía ultraconservadora representada por los gemelos Kaczynski, Jaroslaw y Lech; el primero era jefe del Gobierno y el segundo ocupaba la presidencia. A la primera etapa de Tusk al frente del Ejecutivo corresponde un capítulo traumático en la historia reciente polaca: fue en 2010, cuando se estrelló el avión presidencial en el aeropuerto ruso de Smolensk. No hubo supervivientes entre los 96 ocupantes del aparato, en el que viajaba la élite política, civil y militar del país, además de Lech Kaczynski. Acudían al 70 aniversario de la masacre de Katyn, cuando miles de presos polacos fueron fusilados en el bosque por los soviéticos.

Sucesivas investigaciones avalaron la tesis de un accidente precipitado por el mal tiempo, una espesa niebla y un error del piloto. El PiS y Jaroslaw Kaczynski acusan desde entonces a Tusk, sea de presunta negligencia en los preparativos del viaje o de no haber investigado como corresponde una supuesta "pista rusa" en la catástrofe. Un año después de la tragedia, Tusk logró su reelección como jefe de Gobierno.

Las hostilidades del PiS con Bruselas

Tusk y el superviviente de los gemelos Kaczynski se enfrentan de nuevo en las urnas cuando el PiS lleva ocho años consecutivos al frente del Ejecutivo, caracterizados por la confrontación continua con Bruselas. Es una confrontación en doble sentido, a la que la Comisión Europea (CE) ha respondido con expedientes, amonestaciones o sanciones contra la reforma del poder judicial -atentatoria contra la independencia de la justicia-, contra las restricciones a libertad de prensa, contra ataques a los colectivos LGBTI o contra la denominada 'ley Tusk', con la que el PiS pretendía investigar a supuestos "agentes rusos", incluido el líder opositor. Bajo el PiS se han endurecido hasta su práctica prohibición el aborto y se ha rechazado cualquier fórmula procedente de Bruselas para un reparto o reubicación de peticionarios de asilo.

Al líder de la oposición liberal le persiguen las acusaciones de ser una marioneta de Bruselas y, por extensión, de Alemania, país al que Varsovia reclama 1,3 billones de euros por los estragos del Tercer Reich. Tusk dejó la jefatura del Gobierno polaco en 2014 para asumir la presidencia del Consejo Europeo, una opción apoyada por la entonces cancillera Angela Merkel. El PiS acusa a Tusk de ser una especie de "agente" de Bruselas y de haber diezmado mientras estuvo en el poder al Ejército polaco, de acuerdo a la presunta 'doctrina Merkel' de "no hacer enfadar a Moscú". El Gobierno de Morawiecki se ha encargado de afearle esta gestión a cada nueva y multimillonaria inversión en Defensa, partida a la que destinará en 2024 un 4% de su producto interior bruto (PiB).

La invasión de Ucrania reforzó estos reproches. Pero no es esta la única acusación en campaña contra Tusk. Desde el PiS se recuerdan las ayudas a la familia y mejoras en las jubilaciones implantadas por su gobierno en apoyo a las clases más desfavorecidas. Un aspecto que descuidó el liberal Tusk, al que ahora no le queda otra que jurar en cada mitin que, de ganar las elecciones, no habrá recortes en prestaciones sociales.

Pronósticos favorables al oficialismo

Tusk no ha remontado posiciones en los sondeos. Se pronostica al PiS una estimación de voto del 36%, entre cinco y seis puntos por encima del PO. Pero sí logró el líder opositor una multitudinaria movilización en Varsovia 15 días antes de las elecciones. Fue la llamada "marcha del millón de corazones", una cifra obviamente simbólica que la oposición da por buena, secundada por las autoridades de Varsovia. Cabe recordar, sin embargo, que su alcalde es Rafal Trzarkowski, del PO y en 2020 candidato a la presidencia por la plataforma opositora.

Si los pronósticos se cumplen, ni el PiS ni el PO podrán gobernar en solitario. El partido de Kaczynski ha gobernado en esta última legislatura apoyado en formaciones derechistas. Su siguiente aliado podría ser la nacionalista Confederación, con una base electoral que va de los llamados libertarios -partidarios de recortar las ayudas sociales del PiS- a la ultraderecha pura y dura.

Al PO de Tusk, al que ha secundado públicamente en campaña el líder de los populares europeos, el alemán Manfred Weber, puede contar con apoyo de la izquierdista Lewica o la llamada Tercera Vía, de signo conservador.