AYER, una vez más, el editor de este periódico y dos de sus articulistas -los tres citados con nombres y apellidos, y en el caso del editor recurriendo a un diminutivo familiar con la intención de zaherirlo moralmente- sufrieron un duro ataque en un digital de Las Palmas dirigido por un chulón capicúa y mariconsón del que también vamos a ocuparnos en este editorial pero luego; antes vamos a empezar por la causa de las descalificaciones. Causa que no es otra que la defensa del pueblo canario que hacemos en esta casa, así como las críticas que vertimos -críticas siempre políticas, nunca personales- contra CC y algunos de sus miembros, empezando por el presidente del Gobierno, ese necio político que es Paulino Rivero, y continuando por la señora Oramas -ella misma, no nosotros, se puso el apodo de quícara durante un mitin-, la "primera dama" Ángela Mena -concejal del Ayuntamiento de Santa Cruz y, por lo tanto, un cargo público sujeto a ser objeto de críticas políticas-, el presidente del Cabildo de Tenerife, los alcaldes de Santa Cruz y de La Laguna -aunque el señor Clavijo, de momento, ha sabido mantener la compostura- y otros, como González Ortiz o el niñito del papá político que no vamos a citar para no cansar al lector.

¿Son justas o no nuestras críticas? Ya que para muestra vale un botón, transcribimos unos datos interesantes como son los relativos a las papeletas obtenidas por los principales partidos en la mesa electoral de El Sauzal donde votó Paulino Rivero: 54 sufragios para CC, 56 para el PSOE y 143 para el PP. Más vergonzosos aún son los resultados obtenidos por los nacionalistas en la mesa de La Laguna donde ejerció Ana Oramas su derecho al voto: 75 papeletas para CC, 97 para el PSOE y 245 para el PP.

Ante estos indubitados datos, y mal que le pese al chulón capicúa que se ha convertido en el más fiel defensor del déspota político que nos gobierna desde que le dieron una emisora de radio, nos preguntamos si somos nosotros quienes reprobamos a CC, a su presidente y a su representante en Madrid, o ha sido el pueblo quien lo ha hecho en las urnas. Unos resultados que se han producido, lo subrayamos, en las mesas electorales más próximas a los domicilios del señor Rivero y de la señora Oramas. A la vista está que ya no los quieren ni sus vecinos; es decir, no los quieren ni en su casa. ¿Y por qué no los quieren?, nos preguntamos acto seguido. Pues porque han cometido la mayor felonía política, la mayor traición al pueblo canario, que se recuerda en estas Islas. El señor Rivero, que preside el Gobierno regional aunque no ganó las elecciones, y también la quícara Oramas se presentaron ante sus votantes como nacionalistas. Y los nacionalistas, tanto aquí como en el resto del planeta, encarnan la opción política que lucha por la nacionalidad de su tierra. Una nacionalidad que en el caso de Canarias ya tenemos, pues somos una nación desde hace siglos. Lo que nos falta para entrar en el concierto internacional como un país libre es nuestro Estado. Carecemos de Estado porque el Estado español nos niega la libertad. ¿Y por qué se permite el Gobierno de España seguir tratándonos como indígenas colonizados? Pues porque los falsos nacionalistas de CC -siempre salvamos a unos pocos, que son auténticos patriotas aunque ahora estén silenciados por la mayoría vergonzosa de los bolsilleros políticos- no han hecho nada en Madrid que pudiera molestar a sus amos españoles: léase Ana Oramas. Les lamen las botas, como lamen los perros la corona española en el infame escudo de la Comunidad autónoma, con tal de que les echen unas migajas de lo mucho que se llevan de aquí. Migajas que luego les sirven para venir presumiendo de que han conseguido grandes logros. Mentira. ¿Dónde están los 25.000 millones de euros que les prometió Zapatero? Y en cuanto a las aguas que le dieron en cestas al torpe político que nos gobierna, que se atreva un pesquero canario a faenar en ellas. A ver cuánto tiempo tarda en apresarlo una patrullera marroquí porque esas aguas no son de España ni de Zapatero; son de Marruecos. Serán canarias cuando seamos un Estado independiente, pero no antes.

Sobra CC. Y el pueblo canario, que es un pueblo inteligente y laborioso aunque los godos lo califiquen de aplatanado, se ha dado cuenta de que sobran estos falsos nacionalistas que nos han traído la muerte por falta de salud, la emigración por falta de trabajo, el hambre porque muchas familias ya no tienen dinero ni para comer y una desesperanza generalizada porque cada vez son más los canarios conscientes de que sin independencia, sin libertad y esclavizados colonialmente por España, solo nos aguarda un futuro de miseria cuando administrados por nosotros mismos seríamos uno de los países más ricos del mundo. CC no puede seguir porque son los mismos perros con los mismos collares. Ayer publicábamos en nuestras páginas de información política en la que aparecían las inutilidades de Coalición Canaria. ¿Qué coño les deben Tenerife y Canarias a estos falsos nacionalistas? Hambre, pobreza, miseria y sumisión. Eso es lo que le debemos a CC y, de forma especial, a Paulino Rivero y a Ana Oramas. Y no solo la sumisión a la esclavitud colonial impuesta desde Madrid, sino también la sumisión a la tercera isla; a la isla Canaria; a la más fea y desangelada de todas. Hay que pensar en exigir que Las Palmas devuelva todo lo que le ha rapiñado a Tenerife. Un expolio que se ha consumado por dejación de CC y de los políticos tinerfeños. Ahora también nos quedamos sin el tren del Sur. ¿Se queda Las Palmas sin ese ferrocarril ridículo que patrocina Román Rodríguez? Un servilismo que comenzó en los tiempos de ATI, siguió con las AIC y ha alcanzado su máximo con CC. Entre todos han hundido a Tenerife. Por eso esperamos dar en cualquier momento la noticia de que Paulino ha dimitido y va camino del exilio y que Ana Oramas decide no tomar posesión como diputada en el Congreso. Es justo y necesario.

Por manifestar nuestras ideas, por defender al pueblo canario, por pedir la libertad de estas Islas, nos atacan, nos condenan, nos privan de una emisora de radio y nos insultan. Ayer, lo decíamos al principio de este editorial, volvía a la carga el chulón capicúa y mariconsón. Nunca hemos citado a ninguna persona por su nombre. Es él, un individuo condenado una vez por calumnias y varias más por injuriar a ciudadanos respetables, quien cita a esas personas. Es él, y no nosotros, quien las pone en evidencia. De la misma forma, serán los jueces quienes el próximo 13 de diciembre le pongan nombre al pájaro de Las Palmas; al chulón capicúa y mariconsón. Cuando hablamos del tiñoso -el peor de los cuatro godos de la prensa, aunque a los otros tres también hay que echarles de comer aparte- no citamos a nadie. Allá cada cual si se da por aludido. Tampoco, insistimos, citamos al mariconsón. Otros lo harán y pronto. Pronto se sabrá quién es este individuo que se arrima a las mujeres solo para vivirlas, porque a él lo que le gusta es estar con hombres. Un día contaremos lo que ocurría en los retretes del Bar Flor para refrescarle la memoria. De todos los oficios que ha ejercido, el suyo propio es el de mariconsón porque, según nos dicen, cuando está con hombres se le ponen los ojos brillantes y se le agita el aliento. ¿Hasta cuándo van a permitir los honrados magistrados de Canarias, que los hay y son mayoría, que este individuo, cuyo nombre siempre hemos ocultado por no caer en un lenguaje políticamente incorrecto, siga mancillando a la Justicia al desacreditar la carrera de una jueza a la que nunca hemos insultado ni tan siquiera nombrado?

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Somos patriotas y egoístas porque queremos para Tenerife y para las islas restantes el Estado que le corresponde como Nación, y que los canarios disfruten de la totalidad de la riqueza que genera nuestra tierra y su posición en el Atlántico y en el mundo, y no que se las mamen los peninsulares y los godos de España.