ESA fue la sensación que nos dejó el partido de ayer entre el Fiatc Joventut y el Canarias. A lo largo de los cuarenta minutos, el vértigo de subidas y descensos en el rendimiento de cada equipo permite hacer un símil con las atracciones de riesgo que presiden los principales parques temáticos.

Los dos primeros cuartos fueron de un dominio abusivo de los locales. Y la justificación, de semejante desigualdad, habría que encontrarla en el excelente nivel de acierto que mostró el equipo catalán y la deficiente puesta en escena de los tinerfeños, que ni acertaban en campo ofensivo ni se concentraban en el defensivo para tratar de minimizar la mañana de ensueño que estaba teniendo el norteamericano Fisher, que personificaba la soberbia actuación de los catalanes en los primeros veinte minutos de partido. Al descanso, una sonrojante derrota por veinticinco puntos, habiendo encajado nada menos que sesenta y uno.

Cuando todo hacía pensar que el partido estaba sentenciado. Apareció el vértigo en el lado contrario. Los locales, entre la vanidad y el desacierto, se dejaron ir y se vieron muy superados por el Canarias que salió del vestuario con la intención de demostrar que esta liga no le queda grande.

La peor versión del Canarias, en lo que va de temporada, dejó paso a ese equipo que a punto estuvo de ganarle al Madrid. Mayor tensión defensiva, dominio del tablero y control de pérdidas de balón que se sumaron a un mejor porcentaje en el lanzamiento exterior. En trece minutos habían dado la vuelta al marcador.

Y cuando todo parecía que la inercia del partido le iba a dar la victoria a los nuestros, surgió el otro descenso de la montaña y el Joventut, personificado en un inmenso Fisher, acompañado del trabajo defensivo de Kuzmic, volvió a aparecer en el encuentro para hacer en cinco minutos todo lo que no había hecho en los quince anteriores. Un parcial de dieciocho a siete, terminó por sentenciar un encuentro disparatado.

La sensación final vuelve a ser de desconsuelo y de oportunidad desaprovechada. Porque, si bien es verdad que el resultado pudo ser mucho peor, y que hay que valorar el esfuerzo que hace el equipo en el segundo tramo del partido, nos queda la incógnita de saber qué hubiese pasado si el grupo hubiese estado algo más enchufado desde el principio.