Antonio Calderón no quiso que su despedida ante los medios de comunicación se convirtiera en una rueda de prensa. Así que se limitó a leer un comunicado que, según advirtió de antemano, contenía todo lo que debía decir. La primera parte del discurso la dedicó a los agradecimientos. Se acordó del consejo de administración por brindarle "la oportunidad de entrenar a este gran club"; de los trabajadores de la entidad, aficionados y periodistas por "el exquisito trato" que le dispensaron, y, finalmente, de los jugadores y sus colaboradores en el cuerpo técnico, a los que agradeció "su profesionalidad y compromiso". Hasta ahí ni una mención al director deportivo, su inmediato superior. ¿Se había olvidado de Pedro Cordero? No. Calderón le tenía reservada una parte especial del comunicado. "Quiero decir que respeto profundamente la decisión tomada, pero no la puedo compartir". Porque no se ha tenido en cuenta que hemos estado compitiendo toda la primera vuelta con una plantilla incompleta. Esto no lo digo yo, lo confesó el propio director deportivo en la previa del partido contra el Vecindario", comentó. En el fondo lo que parecía querer expresar es que no se tuvo la paciencia necesaria para que el trabajo diera frutos: "Ya se han incorporado cuatro jugadores y se espera uno o dos más. Si entran en el equipo titular estamos hablando casi del 50 por ciento. Una plantilla incompleta teniendo que cumplir con un reto tan ambicioso como el del CD Tenerife, que es pelear por el primer puesto y la alta exigencia que hay en esta Isla, se lleva por delante a cualquiera", especificó. Era la parte central de un alegato en el que solo se puede intuir una leve autocrítica: "Siento no haber podido hacerlo mejor y llevar al equipo a lo más alto. Aún así hicimos 34 puntos en la primera vuelta", aseguró. Para finalizar, el gaditano aclaró que deseaba "de corazón que el Tenerife tenga solo un entrenador más hasta el final de temporada, se clasifique para la promoción y consiga el ansiado ascenso a Segunda".