Togo celebra mañana elecciones presidenciales en medio de un clima de agitación social y una oposición que sale a la calle en demanda de reformas en la Constitución y en el Ejecutivo de la familia Ñasingbe, que cumple 48 años en el poder.

En estos comicios, retrasados de su fecha inicial, el 15 de abril, compiten por la presidencia del país africano el actual presidente, Faure Ñasingbe, y el ya veterano líder de la oposición, Jean Pierre Fabre.

Para evitar mayores protestas que las que han registrado las calles de Lomé durante este mes, o las que en 2013 (últimos comicios) costaron la vida a dos estudiantes, el Gobierno ha cerrado las escuelas hasta después de las elecciones.

"Es para preservar la seguridad de estudiantes y profesores ante las elecciones presidenciales", aclaró el ministro de Seguridad, Yark Damehane.

Numerosos grupos de la sociedad civil togolesa criticaron la decisión y pidieron detener un proceso electoral que consideran "inútil", mientras que grupos defensores de los derechos humanos instaron por su parte a boicotear los comicios.

Algunas voces en el país advierten de una posible violencia postelectoral, tal como ocurrió tras las elecciones de 2005, cuando murieron más de mil personas durante varios días de altercados, según un informe de la Liga Togolesa de Derechos Humanos (LTDH).

El poder de la familia Ñasingbe se remonta a 1967, cuando el entonces coronel Eyadema Ñasingbe, padre del actual presidente, tomó el poder en un golpe de Estado.

Tras su repentina muerte, en 2005, su hijo Faure lo relevó en el cargo.

Ante las protestas y sanciones de la comunidad internacional, Ñasingbe convocó elecciones ese mismo año y las ganó, resultado que desató una oleada de violencia y matanzas.

Después de ganar consecutivamente en 2005 y 2010, pese a acusaciones de fraude por parte de la oposición, Ñasingbe se propone para un tercer mandato, ya que la Constitución togolesa no establece límite para la reelección.

Togo atraviesa un periodo de creciente inestabilidad social, y desde finales de 2014 las protestas llenan periódicamente las calles de Lomé y las principales ciudades del país.

"ÑNo a la monarquía!" o "ÑReformas de inmediato!" son algunos de los eslóganes que los colectivos sociales y de la oposición enarbolan en las manifestaciones, pidiendo limitación a dos mandatos presidenciales y voto presidencial en dos rondas.

Por su parte, los trabajadores del sindicato principal, Unión de los Trabajadores de Togo (STT, en francés), convocaron consecutivas huelgas meses antes del inicio de la campaña electoral, para exigir mejoras en sus condiciones de vida y trabajo.

Además acusan al Gobierno de "incumplir sus promesas".

El malestar social y las manifestaciones en la capital crecieron hasta que representantes del STT declararon una "tregua" en la huelga de trabajadores durante la campaña electoral.

Por otro lado, la economía de Togo se recupera de la crisis y empieza a arrojar datos positivos: Una tasa de crecimiento constante de en torno al 5% (2010-2014) y la incidencia de la pobreza entre la población se redujo del 62 % en 2006 a menos del 57 % en 2014, según datos oficiales.

Pese a todo, Togo se encuentra entre los países menos desarrollados según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA), que recoge también que el 38,2 % de la población vivía, en 2012, por debajo del umbral de pobreza con menos de 1,25 dólares al día.

Más de tres millones y medio de togoleses están llamados a las urnas para escoger al que será su presidente en los próximos cinco años.