La Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Titulados Mercantiles y Empresariales de Santa Cruz de Tenerife (Cotime), que preside Antonio Pérez Viera, ha acordado conceder la Insignia de Oro y Brillantes a Consuelo Álvarez Jerónimo "por su dilatada y fructífera etapa en labores de Secretaría y Administración en nuestro Colegio, donde siempre dio muestras de fidelidad, con un acendrado espíritu de colaboración, amabilidad y compañerismo". El acto de la entrega de dicha distinción, junto con otros galardones y acreditaciones, se llevará a cabo el Día del Titulado Mercantil y Empresarial, que se celebrará el 9 de abril del año en curso, en el Salón Principal del Real Casino de Tenerife.

Consuelo, así, a secas, como todos la conocemos, ha sido, durante muchos años, esa sencilla y natural secretaria que ha atesorado el Cotime. Trabajadora, atenta, cordial y sincera, serían calificativos que vendrían a la pluma y a la mente de todos, pero, eso sí, todas esas cualidades teñidas además con la afabilidad y su talante de arraigados conocimientos sobre su faceta.

Su vinculación profesional se inició bajo la maestría del inolvidable Don Arístides Ferrer, a la sazón presidente del Instituto de Censores Jurados de Cuentas de Tenerife, faceta que Consuelo simultaneó, durante algún tiempo, con el Colegio Oficial de Titulados Mercantiles que, por aquel entonces, tenía su sede social en el mismo edificio de la Escuela de Comercio (legado de Imeldo Serís, marques de Villasegura), ubicado en la santacrucera calle de 25 de julio, cuyos alumnos, un poco asombrados, llegaban a la recóndita puerta del Colegio, miraban y creían estar viendo -como ha confesado la propia Consuelo-, por los peculiares bancos allí existentes, "una pequeña capilla"... Consuelo, siempre cicerona y locuaz, les decía: "Esta es una oficina para que se den de alta cuando terminen sus estudios en la Escuela de Comercio ..." Sí, en aquella oficina ( y como se hace constar en el tomo "Los 100 años del Cotime"), donde no había altar pero sí una trepidante máquina de escribir, Consuelo, a solas, oyó, muchas veces, el ruido característico, de la puerta de hierro de la entrada principal de la Escuela; y también oyó, con no disimulado temor, aquel enorme silencio que se producía en las vacaciones...

A Consuelo, que desconoce el enfado y el malhumor, siempre le gustó aquel quehacer, aquel trabajo, aquella incesante búsqueda de direcciones y referencias; aquel contacto epistolar y telefónico, con los entonces escasos miembros del Colegio, huérfanos, en aquella época, de faxes, ordenadores e internet.

En estos últimos años, a Consuelo le ha tocado vivir -y lo confiesa con una cadencia muy especial- la incorporación en el Cotime tinerfeño de los hijos de aquellos colegiados "a los que clasifiqué en fichitas cuando me contrataron". Ella siempre ha agradecido "la colaboración y todo lo que me han enseñado las personas con las que he compartido espacio en el Cotime local como, por ejemplo, Ivonne Silva Ramos; o Mónica Rodríguez Ferrera, experta en poner al día la contabilidad". Y tiene un capítulo aparte para Carmen Esther Arvelo González, "la conozco desde niña y me ayudó muchísimo en este complicado pero interesantísimo campo de la informática". En la actualidad, nuestro personaje comparte tareas administrativas con Keila Mendoza Hernández.

Consuelo, simple y necesaria como el pan, ha sido secretaria de cinco presidentes: ensalza los conocimientos de Nicolás Pérez Álvarez; la cordialidad de José Antonio Yanes Estrada, el espíritu dialogante de Luis Miguel Sansón Cabrera, la capacidad de trabajo de Benito Regalado Rodríguez y la profesionalidad de Antonio Pérez Viera, actual presidente del Cotime tinerfeño.

Como epílogo, dejar constancia que Consuelo adorna su inmarchitable amabilidad con una franca sonrisa. Ella era y es muy feliz, cuando alguien, desorientado, llegaba y llega al Colegio, solicita datos, detalles e información y tras facilitársele éstos, le dice a la secretaria del Cotime: "Muchas gracias, Consuelo".