Canarias importa casi el 99% de la energía primaria que consume. Este dato, en la generación de electricidad, supone mayores costes, mayor incertidumbre sobre la evolución futura de estos costes y una mayor vulnerabilidad ante posibles problemas energéticos internacionales.

Para reducir el aislamiento energético de Canarias, al menos de momento, existen pocas alternativas. Aunque el fomento de las energías renovables ayudaría a reducir nuestra dependencia del exterior y supone un buen complemento para tal función, sin embargo las tecnologías disponibles no permiten que las renovables sirvan como fuente energética de base para generar electricidad, debido a sus problemas de interrumpibilidad e integración en la red.

Esta es una de las principales conclusiones de un estudio presentado recientemente por los profesores Francisco Javier Ramos Real y Gustavo A. Marrero Díaz, del Departamento de Análisis Económico de la Universidad de La Laguna y pertenecientes al Programa de Investigación de Energía y Cambio Climático de Focus-Abengoa-Fedea, en el que han analizado los beneficios que se derivarían de la introducción del gas natural en Canarias para la producción de electricidad.

El mismo estudio concluye que el Archipiélago debería tener un modelo eléctrico más diversificado, en el que la fuente de energía base sea la más eficiente posible en términos de producción, de costes y de incertidumbre y en el que las renovables deberán tener un peso importante. Además, afirma que, en cierta forma, lo primero es fundamental para lograr lo segundo, ya que permitiría liberar recursos y daría más seguridad al sistema para poder desarrollar las renovables.

Objetivo, bajar emisiones

Pero la realidad actual en Canarias está muy alejada de esta situación. El actual mix eléctrico en Canarias está concentrado en un 95% en fuel-oil y diesel. En el estudio se demuestra que estas plantas son muy ineficientes energéticamente hablando, suponen un alto coste de generación, generan gran incertidumbre y emiten gran cantidad de CO2 a la atmósfera.

Este último aspecto no es baladí; de no cumplirse el ahorro de emisiones que la introducción del gas natural aportaría -que se estima en casi un millón de toneladas de CO2-, el aumento de las emisiones en 2015 sobre 1990 será de un 36%. Esta cifra supone 14 puntos porcentuales más que lo previsto en el conjunto de medidas del Plan de Mitigación del Gobierno de Canarias (22%), lo que se aleja sustancialmente del objetivo del 15% permitido para España en Kyoto. El ahorro de emisiones mencionado supone casi un 8% del total de éstas en Canarias, aproximadamente el equivalente a las emisiones de todos los coches de uso privado durante un año de la Isla de Tenerife.

En el agregado, todo esto se traduciría en un ahorro muy significativo en costes finales de generación de electricidad y en emisiones. En definitiva, si el coste de la electricidad se pagara íntegramente por el consumidor canario, la no introducción del gas supondría pagar un precio promedio un 26,3% más caro. Para hacernos una idea de lo que esto supone, este ahorro supera el coste de toda la electricidad consumida durante un año de las islas de Lanzarote y Fuerteventura juntas.

Claramente, esta diferencia la tendrá que pagar alguien. Hasta ahora se cargaba en la tarifa nacional, pero ahora ha pasado a los presupuestos generales del Estado. Así, pasado un tiempo, muy difícilmente el sobrecoste lo asumirá el Estado español, por lo que lo terminaremos pagando casi en su totalidad los canarios.

Además de para generar electricidad, la introducción del gas natural también podría ser usada para calentamiento de agua, para calderas de calor-frío y para la cocina. Si bien, de momento, no parece que sea factible introducir el gas natural para pequeño consumo doméstico, sí podría ser usado con estos fines por la pequeña y mediana industria y el sector hotelero. En este sentido, el estudio también realiza una estimación según la cual un hotel tipo en Canarias podría ahorrase por el uso de gas natural hasta un 30% se su gasto en energía.

Ventajas para el hotelero

Mientras Canarias sigue esperando que se resuelvan los obstáculos que mantienen bloqueados los proyectos de gasificación en las dos islas mayores, Baleares se ha incorporado recientemente al club de las regiones que han logrado una mayor diversificación energética, que repercutirá positivamente en el modelo energético de las Islas Baleares, ya que ha incorporado el gas natural como combustible en sus centrales producción de ciclo combinado, similares a los dos ciclos que existen en Tenerife, concretamente en Granadilla; las consiguientes ventajas medioambientales afectan no sólo al ámbito de producción energética, sino también a la marca turística, dadas las aplicaciones que este combustible tiene en el sector de la hostelería y la restauración, en la climatización de agua, en su vertiente calorífica y en el uso en cocinas, principalmente.

En definitiva, el estudio de ambos expertos señala que el gas natural es un factor fundamental para hacer frente a la creciente demanda de energía en el mundo, especialmente para la generación de electricidad y, debido a su bajo contenido de CO2, un factor importante para los objetivos del cambio climático. Un gravísimo problema añadido de no cambiar nuestro sistema energético es que "Canarias perdería el tren" en el que ya se ha montado gran parte del resto del mundo, que está claramente apostando por un sistema energético que promueva un crecimiento sostenible con el medio ambiente y con el desarrollo. Y para ello están apostando, en su mayoría, por plantas de gas de ciclo combinado, complementadas con el mayor número de renovables que el sistema, la tecnología y las condiciones geográficas permitan.