Como cada año, con la proximidad del 14 de julio, fiesta nacional y fecha imprescindible en el calendario conmemorativo francés, la Alianza Francesa de Santa Cruz de Tenerife programa un evento relacionado con el país galo.

Este año he tenido el placer de ser la invitada para participar en este encuentro anual con la cultura francesa y para ello he escogido hablar de alguien que me fascina desde hace ya muchos años. Un icono francés que, con su pequeña revolución personal, cambiaría para siempre la vida de las mujeres: Coco Chanel.

Considerada la mayor influencia individual en la moda y una de las mujeres más importantes del siglo XX, Chanel trasformó cada dificultad de su vida en el impulso que la elevaría a lo más alto. Voluntad férrea, ganas de superación y una creatividad sin fronteras la llevaron de niña pobre y abandonada a ser la creadora del actual estilo "chic" francés, ideal de elegancia en todo el mundo.

Fundadora de un imperio que todavía perdura, su Maison, uno de los más prósperos negocios de moda de la actualidad, sigue, más de un siglo después de su creación, creciendo y generando jugosos beneficios.

Aunque sus productos sigan siendo objetos de deseo de mujeres de todo el planeta, Chanel no ha creado moda, ha creado nuevas posibilidades para una nueva mujer. Desarrollando un nuevo estilo, que revolucionaría para siempre no solo el vestir, sino también el pensamiento femenino del siglo XX, consiguió, como consecuencia, cambiar también la manera en que los hombres veían a las mujeres. Toda una revolución.

El próximo viernes hablaremos de cómo esta chiquilla, una campesina nacida a finales del siglo XIX, pudo llegar tan lejos. Conoceremos su historia, su vida llena de altibajos, de dudas y de misterios. Será imposible no hablar de moda. Coco Chanel centró toda su vida en su trabajo. Pero lo más importante será, sin duda, la historia y la vida de esta gran mujer, personaje curioso y lleno de contradicciones donde los haya.

Contradijo todas las reglas bajo las cuales las mujeres estaban obligadas a vivir. Tuvo amantes en una época en que las mujeres eran creadas para casarse y vivir con un único hombre. Trabajó y tuvo negocios en una época en que las mujeres debían quedarse en casa y tener hijos. Tomó el sol, vistió pantalones y se quitó el corsé, dando a su cuerpo una libertad de la que solo gozaban los hombres.

No satisfecha con el hecho de crear para ella misma un futuro brillante contra todo pronóstico, vislumbrando un futuro diferente para todas las mujeres que vinimos después de ella, Chanel también creó su pasado. Poco a poco vamos conociendo las pasajes oscuros que fue ocultando durante toda su vida y que siguen sorprendiendo a sus biógrafos y admiradores. Su infancia en el orfelinato y su juventud poco ortodoxa son la clave para entender su éxito, su vida adulta y, sobre todo, su vejez. Revelan a una niña observadora, a una adolescente que no tenía miedo a nada porque no tenía nada que perder y a una mujer que, aunque parezca que lo superó todo, escondía heridas que nunca llegaron a cicatrizar y que seguirían abiertas hasta el final de su vida.

Como todos los personajes geniales, era ángel para algunos y demonio para otros. Extremadamente exigente, ella misma decía que su orgullo era la clave de su mal carácter y de su insociabilidad, aunque también era el secreto de su fuerza y de su éxito. Y Chanel fue, sin sombra de dudas, una mujer fuerte.

Como si todo lo que había hecho hasta entonces hubiera sido poco, se retiró del mundo de la moda a finales de los años treinta, envuelta en serias acusaciones y, después de pasar años viviendo fuera de su país, vuelve a Francia y a la moda, a los 71 años de edad, para triunfar una vez más.

La del día 11 de julio es una cita ineludible para todos que deseen conocer a la mujer detrás del mito y comprender mejor la importancia del vestir en nuestra sociedad. Y es que la moda puede ser vista como algo superfluo y frívolo o como una fuerza poderosa capaz de cambiar el pensamiento y el comportamiento de toda una generación.