"Llevo con orgullo y como un gran honor el legado de una familia que durante más de 260 años ha construido guitarras españolas para defender y conservar una manera artesanal y única de hacerlas". Lo asegura Vicente Carrillo (Casasimarro, Cuenca, 1963), séptima generación de una saga de guitarreros. Carrillo, al frente de la empresa de construcción de instrumentos de cuerda desde 1983, estuvo hace unos días en Tenerife para participar en un encuentro con alumnos del Conservatorio Superior de Música de Canarias a iniciativa del profesor tinerfeño Fernando Hernández. Apunta con cierto resquemor: "Me da rabia que solo se hayan reconocido tantos años de trabajo después de recibir el Premio Nacional de Artesanía en 2010".

¿Qué secretos ha compartido con los alumnos?

Secretos pocos porque el único es el trabajo, aunque hemos hablado de la construcción y, sobre todo, de la conservación, aspecto más complicado en Canarias por el efecto de la humedad. Fue una gratísima experiencia. Para mí siempre es un placer venir a Canarias que es un lugar maravilloso. Y aún mejor si puedo explicar algo de mi profesión y también afición.

¿Cuál ha sido el encargo más extraño que ha recibido?

La guitarra-lira, aunque el músico Javier Limón me sorprende de vez en cuando al pedirme una guitarra negra o azul. La azul le gustó a Almodóvar y me encargó otra.

¿Las claves de un buen luthier?

La constancia y no conformarte. Hay que innovar y cuidar los detalles para prestigiar cada guitarra que salga de nuestro taller.

¿Cuando uno trabaja en lo que le gusta se lleva mejor la crisis?

Está claro que sí. Nos gusta lo que hacemos y se nota en el producto. Hay trabajo, por fortuna, y debemos luchar para conservarlo.

La imagen de un luthier suele ser la de un señor bastante mayor.

Es posible por el venerable guitarrero, como me gusta llamarnos, siempre en su taller con el mandil y las lentes. Uso mandil hace tiempo y ya tengo que llevar lentes. Ese es mi sino (risas).

¿Usted toca la guitarra?

A nivel de amigos, pero creo que un luthier que no sepa tocar la guitarra sí puede discernir si un instrumento es bueno o no.

¿Cada guitarra es diferente?

Las maderas son iguales, pero a la vez distintas. Del árbol se van cortando las láminas y una no tiene nada que ver con la otra. El material habitual son las maderas tropicales y de abeto europeo. Y el ciprés la única española.

¿Cuanto tarda en construir una?

Depende. El proceso es largo porque la resina debe cristalizar dentro de la madera. Hay que sellarla y para entregar una guitarra de encargo pueden pasar ocho, diez o doce años. Todo se hace a mano.

Paco de Lucía, Keith Richards, Alejandro Sanz, Javier Limón, Tomatito, Josemi Carmona... ¿Cómo se llega a tener una cartera de clientes de ese nivel?

Con trabajo bien hecho. Tengo el orgullo de que el maestro flamenco Cañizares eligiera una guitarra mía para tocar con la Filarmónica de Berlín y, además, me pidiera permiso. Fue un honor y me emociono con solo recordarlo. Hay un concepto artístico en lo que hacemos y es un orgullo que se reconozca. Aunque te da rabia que solo se deba al Premio Nacional, pese a los más de 260 años de esfuerzo.

¿En qué proyectos trabaja?

Mi ilusión es convertir el antiguo negocio de la familia, ahora sin uso, en un museo de la guitarra. Por otro lado, Pedro Chamorro, virtuoso de la bandurria, estrenará una obra en agosto y ha confiado en nosotros para construir el instrumento. Seguimos en expansión, pero respetando la calidad de la guitarra española. Por eso no nos vamos a China a trabajar.