"Estamos obligados a quitarnos el traje gris de los banqueros y lucir prendas muy coloridas". A partir de esta idea, el arquitecto herreño Donacio Cejas (1983) organiza un proyecto expositivo que se puede ver hasta el próximo 25 de febrero en el Ateneo de La Laguna. "Hay que hacer un esfuerzo y quitarnos la cara de plomo que transmite la sociedad en estos momentos y buscar salidas para superar esta crisis. Lo pudimos hacer en el pasado y estoy convencido de que vamos a conseguirlo otra vez", argumenta el autor de la muestra "Celebérrimas: caprichos banales".

Ver a Ana Obregón luciendo un sombrero de maga y una provocativa lencería autóctona o a Isabel Preysler abrazando a Doraemon está al alcance de las personas que decidan acercarse al Ateneo: el horario de visita es de lunes a viernes, entre 10:30 y las 14:00 horas y de 17:30 a 21:30 horas; y los sábados en un horario reducido comprendido entre las 11:00 y las 14:00 horas. "Me agrada colocar mi arte al borde del mal gusto, casi en el límite de lo censurado", dice el creador de las dieciocho obras que cuelgan desde el pasado viernes en el espacio cultural lagunero.

Rumbo a China

Cejas asegura sentirse cómodo con el resultado final de "Celebérrimas: caprichos banales", ya que su idea era crear un escenario artístico en el que pudieran convivir "la seriedad del Ateneo y la frivolidad de unas obras" que él ha divido en dos grupos: "Las Celebérrimas fueron concebidas para esta exposición y las pequeñas ya formaron parte de otros proyectos", desvela un artista que nunca había exhibido su obra en Canarias. "Algunas de ellas se mostraron en el Salón d''Apodaca de Madrid y en un proyecto cultural que tuvo el respaldo del Ministerio de Fomento... A pesar de que en mis composiciones siempre hay un guiño a Canarias -los complementos folclóricos que luce Ana Obregón-, nunca había tenido la oportunidad de enseñar mis creaciones en mi tierra", reconoce un artista que en los últimos años se ha instalado en Madrid, pero que está a punto de iniciar su aventura asiática.

China es el próximo destino de un arquitecto que ha decidido buscarse la vida lejos de casa: "Quiero probar mis posibilidades en un país que está en plena explosión económica, no permanecer en uno en el que no hay energía... ¡España se está apagando! Aún soy joven y, sinceramente, creo que hay posibilidades de seguir mejorando en una sociedad que es diferente a la nuestra, pero que sabe recompensar los esfuerzos", adelanta sobre sus planes de futuro a corto plazo. "Quiero llegar allí en blanco, sin repetir lo que he estado haciendo en España para buscar otras conexiones artísticas", precisa el artífice de las 18 impresiones digitales que forman parte de la colección que acoge el Ateneo.

Cejas no esconde que "hay algo de petardeo en estas obras, pero no he querido ridiculizar al personaje. No creo que las protagonistas de mis retratos se sientan mal porque todo está hecho sin herir, no hay maldad a la hora de buscar defectos. Al revés, lo que trato de hacer con este proyecto es exaltar todo su glamour en un periodo económico adverso. Es un juego a tres bandas que se crea entre el artista, el personaje y los espectadores. Mi intención es que los visitantes se sientan durante la media hora que van a estar en el Ateneo como un miembro de la alta sociedad", ironiza el herreño. Partiendo de este reglamento, Donacio Cejas insiste en la idea de que "en mis composiciones hay un sentido de sarna y veneno del que no quiero prescindir en este momento... Y es que hoy más que nunca hay que apostar por lo underground", revela.

En torno al planteamiento anterior crece un argumento que tiene que ver con el sentido artístico de su obra dentro del actual modelo social. "Con un gobierno conservador hay que ser underground; si no, te tienes que poner a pintar gaviotas...", concluye Cejas.