El pasado mes de octubre realicé un viaje a Japón. Era la segunda vez que estaba en el país del Sol Naciente. Y si la primera vez quise imbuirme de todo Japón, recorriendo su capital, Tokio, la maravillosa Kyoto, el sagrado Monte Fuji, el mítico castillo Himeji y la desgraciadamente famosa Hiroshima, en esta ocasión decidí centrarme en la capital nipona. Esta vez hice un viaje a apreciar el buda gigante de Kamakura, el tranquilo y bello pueblo de Enoshima, así como la cercana Yokohama, segunda ciudad en número de habitantes de Japón, famosa por haberse disputado el mundial de fútbol de 2002.

Japón se caracteriza por tres grandes virtudes, entre otras muchas: seguridad alimentaria (todos los días probé comida japonesa en todo tipo de restaurantes y locales y nunca tuve ningún problema alimentario), seguridad física (desde el primer minuto de estancia en Tokio tienes la sensación absoluta de seguridad de día, de noche, en sitios abarrotados, en lugares solitarios, en la calle, en el metro, en el tren) y exactitud en los horarios de los transportes, todo lo cual, independientemente de lo extraordinaria que es la capital japonesa, hace muy agradable la estancia.

Un lugar de Tokio al que hay que ir, indudablemente, es a Tsukiji, el mayor mercado mundial de pescado. También conocido como mercado central metropolitano de Tokio, es el mayor mercado mayorista de pescado y productos marinos del mundo, y también uno de los grandes mercados mayoristas de alimentos en general. Las transacciones comienzan desde muy temprano, a las dos y media de la madrugada. Como el metro de Tokio cierra a la una y media de la noche, opté por ir a Tsukiji una vez abriera el metropolitano a las cinco y media de la noche. Desde Jimbocho, donde me alojaba, hasta la estación Tsukijishijo era un trayecto de apenas veinte minutos con un solo transbordo. Luego, andando sólo cinco minutos, se llega al mercado que está en la zona central de Tokio.

El mercado moviliza más de 2.000 toneladas de productos marinos por día, es decir, unas 700.000 toneladas por año, con un valor de más de 600.000 millones de yens (unos 5.3000 millones de euros).

Se calcula que el número de empleados supera los 65.000, incluidos vendedores, distribuidores, restauradores y oficinistas.

Nada más llegar se queda uno impresionado por la algarabía existente. Miles de minitractores trayendo y llevando mercancías hacen que sientas que en cualquier momento puedes ser atropellado, ya antes incluso de llegar al inmenso mercado cubierto. Una vez allí, puedes apreciar todos los tipos de pescados del mundo, desde pequeñas sardinas hasta el caviar más caro del mundo. Vivos, muertos, congelados...

Pero, sin duda, el rey es el atún. Enormes cantidades de atunes son allí mismo despiezados, pesados, subastados y vendidos. El atún y también el pez espada congelados son cortados utilizando grandes sierras y el atún fresco con cuchillos extremadamente largos. Hay subastadores por todos lados, calculadoras de bolsillo, y el pago se suele hacer en metálico.

Los productos llegan por barco, camión y avión desde todas las partes del mundo. Y destaca, nuevamente, la descarga de grandes volúmenes de atún.

Como hemos dichos hay millares de compradores locales. Pero también muchísimos turistas extranjeros -los cuales al principio no se atreven a entrar al mercado pensando que deben de tener autorización- abarrotan diariamente el mercado de Tsukiji, que en sus aledaños tiene cientos de restaurantes donde se puede probar el sushi más fresco.

Algunos dicen que el mercado tiene sus días contados en su céntrica ubicación actual, entre el barrio de Ginza y la desembocadura del río Sumida, donde se encuentra desde hace ocho décadas. Pero su historia y tradición no podrá nunca ser suplida. Esperemos que continúe mucho tiempo donde está actualmente.

Es único en el mundo y no deberían desplazarlo de lugar. Tokio tiene numerosas maravillas que ver, pero sin duda, la más electrizante es una visita completa al mítico mercado de Tsukiji. Y después, tranquilamente, desayunar fideos y pescados en los alrededores. La experiencia, lo aseguro, no se olvida nunca.

*Presidente de TuSantaCruz