Manda la actualidad, y vuelvo a aplazar el tema empresarial para hablar de carnaval. Aunque no despierte en mí mucha pasión, no dejo de comprender que existe una masa enorme de ciudadanos que lo llevan en la sangre. Son cuantiosos y con mucha fantasía, y pese a la crisis y el paro salen a la calle cargados de ilusión y ganas de divertirse. Desde mi sillón, tranquilito y por la tele canaria, he seguido los actos principales, especialmente el concurso de rondallas, mi favorito.

Me gustó mucho la Gala de la Reina Adulta, fue fluida, vistosa y, por primera vez, aguanté hasta el final; y, aunque duró más de cuatro horas, debo felicitar a los organizadores y al director, Juan Carlos Armas, un buen hombre de la tierra. No necesitamos importaciones para el evento, aquí sobran personas capacitadas con ingenio e inteligencia que llevan años sacándole partido a todos esos no profesionales. Solo una pega al espectáculo, la duración, hay que tratar de acortarla a un máximo de tres horas. Al día siguiente escuché por la radio las declaraciones de la ganadora, y me sorprendió lo desenvuelta que parecía pese a su juventud, porque guapas a rabiar todas.

La Cabalgata Anunciadora dejé de verla al mismo tiempo que me mudé de ciudad. Es larga, tediosa y para divertirse hay que ir dentro, igual que en el Coso, y siempre me asombra y me pregunto de dónde sale tanta gente. El Concurso de Murgas no es santo de mi devoción, pero reconozco que levanta pasiones y arrastra a la gente de una forma inusitada. Ganaron los mejores, los Bambones; son diferentes y no tienen competencia. Del resto de concursos solo vi resúmenes, pero uno que me gusta en particular es el de Ritmo y Armonía, que hace años que tampoco presencio en directo. Me maravilla la ingente cantidad de mujeres guapas y hermosas que tenemos por estos lares, que bailan bien y que se mueven a un ritmo frenético, haciéndome girar los ojitos y marear las pupilas.

Lo importante para mí de esta fiesta es el Concurso de Rondallas, pues ya saben que me apasiona la lírica. Siendo sincero, este año las encontré muy bien, más empastadas que nunca, y con poco desentono, quizás alguna donde las edades y voces de sus componentes se asemejan a la mía, pero les felicito porque nunca se es viejo para participar. Ganó el Orfeón La Paz de La Laguna, que destaca por su control en pulso y púa y una buena colocación de las voces a las órdenes de ese gran trabajador que es Juan Ramón Vinagre. Sin embargo, este año han tenido competencia, y me atrevo a decir que el jurado no lo tuvo fácil, pues pudieron ser otros los ganadores. Irrumpieron con fuerza la Sociedad Mamels y Las Valkirias, y francamente muy bien ambas, así como sus solistas, y creo que la femenina dará que hablar en el futuro. Los premios de interpretación estuvieron en general bien repartidos, dada la buena calidad de todas. Los de solistas también fueron bastantes acertados, el primero para Besay Pérez por su espléndida romanza de La Tabernera del Puerto, pero el segundo, para mi gusto, siempre desde mi sillón y no en la butaca del auditorio, creo que debería haber sido para Cristina Farrais, que cantó con más seguridad y estilo la misma romanza que la premiada, Raquel González.

Me apasionó este año el repertorio zarzuelero, y habiendo tanto título de calidad y popularidad, me sorprendió la repetición de obras; El Huésped del Sevillano se escuchó en cuatro ocasiones. Es mucho más agradable disfrutar de mazurcas, valses, o pasodobles, y meterse a interpretar ópera a pulso y púa es hacerlo en un berenjenal. Teniendo a Guerrero, que fue un genio en este sentido, a Chapí, Bretón, Chueca, Moreno Torroba, Sorozábal, y tantos otros compositores con páginas inolvidables, es mucho más popular y reconocido al instante por el público, pues enseguida empiezan a tararearlas.

El fin de fiesta mientras el jurado deliberaba estuvo a cargo de Los Fregolinos, me gustaron pero lástima que la edad no perdona y se nota la falta de componentes; pero ¿cómo hacemos para atraer más juventud? Felicidades a todos.

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