Y en ello se está. La desmemoria hace que cuando se analizan acontecimientos políticos de rabiosa actualidad, como las mociones de censura, las que ha habido, las que hay y se producirán en un futuro inmediato, se pierde la perspectiva del porqué de los mismos.

Pero lo más cabreante es cuando se oye con una ternura infantil inusitada a Asier Antona, desde su pluriempleo político y orgánico representando al PP, que hay que tomarse con deportividad la censura de Los Llanos, como ellos lo hacen, y que lo mismo habrá que hacer en lo que acontezca en el Cabildo de La Palma por parte de CC, como en el de Lanzarote por el PSOE. De ahí que cuando los lobos se ponen la piel de cordero hay que echarse a temblar, y más cuando se está en la labor de ejercer de pirómano con la "sana" intención de desestabilizar, de "incendiar Canarias", como en su día manifestó su jefe de filas, José. M. Soria.

Coalición Canaria, el nacionalismo canario, no debe caer en la trampa y pensar en ejercitar la ley del talión, porque sería una torpeza de graves consecuencias de la cual sacaría el máximo beneficio político el PP. El dar rienda suelta a la visceralidad no debe hacerse jamás, porque rompería al nacionalismo, dándole en bandeja de plata la cabeza del liderazgo en esta tierra al PP

Cuestión esta que debe reflexionarse desde la serenidad con acentuada profundidad, y cuando parece que el PP se ofrece -por ejemplo, para apuntalar a CC en el Cabildo de Lanzarote- por si hiciera falta para ir en contra del PSOE, es jugar a todas las bandas y en diversos escenarios con tal de crear malestar y traer la desconfianza al pacto de gobierno entre CC y PSOE, que sería ya el asalto definitivo al Palacio de Invierno.

Cuando se pierde la memoria y las pretensiones son que se pierda y esta permanezca emboscada, no caben explicaciones estólidas, como que se motivan estas mociones de censura por defender el territorio y que las condiciones paupérrimas socio-políticas de los mismos así lo exigen. De eso nada. Existe una estrategia urdida por el PP, y el nacionalismo debe alejarse de esa trampa, lo mismo que el PSOE, desde la disciplina de su organización, no debe permitir y corregir a tiempo los desmanes insurrecciónales que padece.

Porque los maridajes ideológicos contrapuestos chirrían y la aparición de los salvapatrias de turno, que ya estimulan a risa, está desfasada, porque lo que prima es el revanchismo, unos por una cuestión y otros por otra, todas personales, y eso sí, bajo el dirigismo y la consigna de José M. Soria como que "hay que incendiar Canarias".