El saber popular no se equivoca. Se basa en la experiencia, personal y colectiva, de modo que sus reflexiones, sus ideas sobre los más diversos asuntos suelen cumplirse inexorablemente. Así ese que indica que el hombre es el único ser que tropieza dos veces con la misma piedra es, en lo que a mí respecta, más que cierto, certísimo. Porque ¡cuántas veces he pregonado en estos comentarios eso de zapatero a tus zapatos! Sin embargo, soy el primero en incumplir mis preceptos -no dos, sino más veces-, aunque me sirve de disculpa el ser persona que me dejo llevar por las emociones, demasiado sensible, si bien procuro -a veces con poco éxito- disimularlo.

Ya en mi colaboración de la pasada semana, comentando el impacto que ha causado en el mundo literario la novela "La verdad sobre el caso de Harry Quebert", de Joël Dicker, decía que no soy crítico de nada sino simplemente un diletante que goza con la buena literatura, la buena música, la buena pintura... Cuando "sufro" una experiencia de ese tipo agradezco a El DÍA la posibilidad que me ofrece de trasmitirla a mis lectores, para que se animen y la compartan conmigo, arriesgándome, por supuesto, a que no la "sientan" como yo. Pero no me quedo con la pena de no testimoniar mi alegría, mi alborozo, ante lo que el ser humano es capaz de crear para solaz de sus congéneres.

Me quiero referir en esta ocasión al gran concierto "Grandes coros de ópera" que nos ofreció la OST el pasado día 2 de noviembre en el Auditorio de Tenerife, con la colaboración de siete coros de la isla. Con el aforo de la sala totalmente ocupado y en el escenario casi trescientas personas -doscientos y pico coralistas y más de ochenta músicos-, las corales Reyes Bartlet, Universitaria de La Laguna, Carpe Diem, Cámara de Tenerife, Juvenil David Goldsmith, Polifónica de La Laguna y La Paz, todos bajo la dirección de un desconocido Marzio Conti, nos ofrecieron un espectáculo único que, desgraciadamente y casi con completa seguridad, va a ser difícil repetir en el futuro. Y digo lo de difícil puesto que los espectadores, los que tuvimos la suerte de estar ese día en el Auditorio, no podremos nunca imaginarnos lo que cuesta organizar un espectáculo de esta categoría. No sé cuántos ensayos se habrán llevado a cabo para lograr el resultado que el público premió con los más cálidos aplausos que he oído desde hace mucho tiempo en el Auditorio, pero supongo que no pocos. A menos que la labor haya recaído inicialmente en los directores de las corales participantes -José Híjar Polo, Juan Ignacio Oliva, Luis Correa, Carmen Cruz, Cristo Velázquez Barrera, Sergio Rodríguez González y Juan Ramón Vinagre-, a la espera de la llegada de Marzio Conti para coordinarlos y compaginarlos.

Pero si me he decidido a escribir este comentario no ha sido solo para alabar la labor de la orquesta y las corales. Todos ellos pueden ser muy buenos -que lo son-, pero estarían abocados al fracaso de no contar con la dirección tan extraordinaria que les aportó Marzio Conti. Confieso que lo primero que hice al llegar a mi domicilio fue entrar en internet para saber quién es ese "desconocido" -al menos para mí-, lo cual me permitió saber que Conti no es tal desconocido. Nacido en Florencia, empezó su carrera como flautista, siendo el director italiano Piero Bellugi quien primero se percató de sus grandes dotes y le aleccionó para que tomara lecciones de dirección de orquesta. Poco tiempo tardó Conti en despegar, de modo que muy pronto se vio envuelto en la vorágine que conlleva la dirección de las principales orquestas del mundo. Su palmarés resulta brillantísimo y llevaría la totalidad de este artículo enunciarlas, pero resulta de obligado cumplimiento consultar su biografía en internet.

A lo largo de mi ya larga vida como diletante he tenido la suerte de disfrutar las interpretaciones de los mejores directores de orquestas del momento. He gozado de momentos inolvidables con sus audiciones, pero he de decir -desde mi ignorancia- que pocos, muy pocos, me han emocionado tanto como Marzio Conti. Su brío, su simbiosis con la orquesta, sus gestos ampulosos, hacen que el público viva con él las sensaciones que sin duda experimenta cuando dirige y desea trasmitir.

Conti es en la actualidad director musical de la Filarmónica de Oviedo. Creo que la OST debe contar con él para el futuro.