Considera el portavoz del Gobierno de Canarias y viceconsejero de Comunicación que el contrato con determinada empresa para hacer un seguimiento de medios de comunicación, además de ser legal, ha permitido ahorrar hasta un 37 por ciento a las arcas autonómicas. Qué estupendo. Sabido es que este viceconsejero tiene buenos amigos en la prensa escrita -y no hay que ir muy lejos para encontrarlos- dispuestos a reírle las gracias. Amigos, faltaría más, que jamás le preguntarán si ese contrato era necesario con ahorro o sin él. Porque si un servicio resulta imprescindible, bien está que se pague por lo que haga falta. En cambio, si resulta superfluo, incluso 100 euros suponen un despilfarro. Sobra añadir que en momentos de drásticas privaciones, verbigracia los actuales, contratar a alguien para que nos recorte las noticias de los periódicos en las que sale Rivero o alguno de sus cortesanos, las ponga en un dosier y las envíe a Presidencia en una carpeta por el módico precio de 153.900 euros suponen un crimen contra los sanitarios, profesores y hasta bomberos que ya no se pueden contratar, por no hablar de otros servicios públicos igualmente esenciales de los que deberemos prescindir; de los que incluso ya estamos prescindiendo. En definitiva, si el viceconsejero de Comunicación supiera que existe la vergüenza, no se habría atrevido a esgrimir ese argumento.

Lo malo -lo bueno para sus poderdantes, naturalmente- es que el portavoz del Gobierno está obligado a repetir lo que le dicen unos señores -seguimos con Rivero y capilla- que solo conocen la existencia del decoro por lo que les contaban sus abuelos. Entonces también había gente convencida de que cuanto está en España es de los españoles y, por lo tanto, de uno mismo. Sin embargo, existía cierto recato con estas cosas. Ahora, no. Un paradigma más de la utilidad real de los nacionalismos periféricos. Ahí tenemos a Pujol y compañía de millonarios por México -y no son los únicos- y al señor Mas con una suculenta cuenta en el extranjero que, eso sí, "en su día regularizó mi padre", según ha explicado el molto honorable. Y un montón de mongos -pregúntenle a un cubano habanero lo que es un mongo- enarbolando la señera con la estrella independentista. Cuánto tonto útil. Aunque para listos, a tenor de un curioso informe de la Guardia Civil, tenemos a Casimiro Curbelo. Según el Benemérito Instituto, el presidente del Cabildo de La Gomera ha quintuplicado su patrimonio inmobiliario desde 1998, hasta acumular 2,1 millones de euros con operaciones en ocasiones atípicas. Coño: teníamos a un Rey Midas colombino y no nos habíamos dado cuenta. Y no sigo con el asunto hoy, que es sábado, porque Curbelo se merece un artículo dominical.

Al final, Sodoma y Gomorra; ciudades en las que Abraham no fue capaz de encontrar ni siquiera a diez hombres justos. ¿Cuántas almas justas quedan entre los políticos que nosotros mismos hemos elegido?

rpeyt@yahoo.es