TERMINÓ el semestre de presidencia española de la UE, pero lejos de la constelación planetaria anunciada por la Sra. Pajín, ZP regresa de Europa como Cagancho, de aquella manera, incapaz de matar al toro y silbado hasta por los suyos. Salvo algunos anuncios publicitarios del propio gobierno para maquillar su fracaso, ni en Europa ni en España he conocido una opinión favorable sobre los resultados de este intenso semestre europeo, que será recordado como el año en que la UE y el euro han vivido al borde del precipicio. Zapatero ha pasado por su presidencia semestral como una sombra fantasmagórica en la que ha habido de todo y casi todo malo. Sobre el pobre balance de la presidencia española se ha escrito mucho y negativamente, pero quiero destacar algunos hechos poco o nada conocidos que dan idea del naufragio personal de nuestro ZP: encontronazos, desencuentros, incumplimientos de programas, improvisación y resultados evanescentes, cuando no falta de ellos. En una siempre engrasada maquinaria administrativa europea ha fallado hasta lo que siempre funciona.

Veamos. El hecho de mayor trascendencia fue el estallido de la crisis griega y la respuesta europea para evitar el contagio a otros países y el daño a la moneda común, el euro. En esas dramáticas horas, la Merkel, Sarkozy y los presidentes del Consejo Europeo, de la Comisión y del Banco Central Europeo, Van Rompuy, Barroso y Trichet, respectivamente, tuvieron especial cuidado en mantener alejado a ZP. Una fuente comunitaria me dice que hubiera sido muy enojoso discutir en presencia suya las medidas a adoptar, cuando era la situación de la economía española la causa que más preocupaba en aquellos momentos. El 9 de mayo, el Día de Europa de menor brillo que se recuerda en Bruselas, la ministra Salgado soportó el chaparrón de un áspero debate para alumbrar un plan que evitara males mayores para el euro. En esa reunión, todas las miradas iban dirigidas a la ministra española, de aspecto más frágil que nunca y tan exhausta tras 12 horas de reuniones que hasta tuvo dificultad para articular algunas palabras.

El encontronazo entre nuestro ministro de Justicia, de maneras tan toscas como su propio aspecto, con la sutil y elegante comisaria Viviane Reding fue de los que hacen época, públicamente, en presencia de muchos espectadores que no daban crédito del choque que se estaba produciendo a propósito de la orden transfronteriza para la protección de víctimas de malos tratos. No menores fueron los problemas surgidos entre Moratinos y la comisaría de Exteriores y vicepresidenta de la Comisión Europea, lady Ashton. La británica no hizo ningún esfuerzo por evitarlos y tuvo especial interés en hacerlos patentes, faltando a algunas reuniones, llegando tarde y marchando pronto de otras; su desinterés fue manifiesto durante la cumbre con los latinoamericanos en Madrid, más atenta a su teléfono móvil que a los oradores.

Ya mencioné en un comentario anterior la suspensión de algunas reuniones de alto nivel programadas, como la reunión con los Estados Unidos a la que Obama declinó asistir. La importante reunión euromediterránea prevista para celebrarse en Barcelona fue suspendida a 4 días de su inauguración ante el desconcierto de la presidencia española, incapaz de dar una explicación plausible sobre una decisión insólita en los usos comunitarios. En palabras de Mafalda, esto ha sido el acabóse, el izquierdista ZP, que presumió de una solución social para la crisis, vuelve de Bruselas convertido al marxismo neoliberal preconizado por el irrepetible Groucho.