La democracia sin controles rigurosos se torna en corrupción y en mafia político-financiera-funcionarial. Es lo que tiene. Sin límite de estancias en el poder, con el control de la Justicia y la impunidad en el destino de las recaudaciones fiscales, con el BOE o los boes particulares en la mano, haciendo uso partidista y torticero de los resortes e instituciones, con la única meta de conservar el poder, y después el diluvio, esto se nos hunde en la ciénaga cuya senda estamos recorriendo a zancadas.

España huele a podrido. Si un consejo de "menistros", no indocumentados, o sí como los del Gobierno actual, puede tomar decisiones tan trascendentales para la vida de sus ciudadanos, rebajando expectativas, pensiones, prestaciones y derechos pagados por todos de antemano, subiendo cotizaciones y alargando o variando a voluntad las fórmulas de devolución, el sistema huele a inutilidad y a podredumbre infecta.

Observen que no hemos asistido a una seria reducción de funcionarios, improductivos y productivos de exagerada y sesgada contratación, de emolumentos políticos, de rebajas de salarios dietas, prestaciones, jubilaciones propias, de cese de consejeros, de reducción drástica en gastos corrientes, de cierre de contrataciones voluntarias ni adjudicaciones digitales. No, a lo que estamos asistiendo es a un expolio de la ciudadanía, a una llamada a la salida del circuito legal, al sálvese quien pueda, al sumergimiento de las actividades, a la ocultación de lo poco que queda para alimentar a la familia, no digo ya de nada más lejos, para mantener ellos sus estándares de vida, no sólo inmerecidos, sino también absolutamente indecentes.

Con la Agencia Tributaria, duplicada en la local y estatal, los departamentos de Rentas de los ayuntamientos y cabildos o diputaciones confiscando, embargando, desalojando, destruyendo empresas, empleo y expoliando a particulares, indefensos como conejos en una red. Con notificaciones en arameo y a veces en sánscrito, inteligibles para nadie, ni siquiera para la inmensa mayoría de profesionales que cobran por asesoramiento; negando la devolución de lo retenido o entregado a cuenta en su caso y reventando y retrotrayendo los incentivos fiscales que nos ofrecieron como logros de sus gestiones, quieren que se consiga únicamente nuestra desaparición.

La ampliación de la jubilación obligatoriamente es un disparate. Y aumentará el paro, la posibilidad de las empresas de renovarse y de los nuevos empleos en producirse. A partir de los 65, quien quiera que se jubile y quien no, que no lo haga. Mi padre se jubiló a los 75 y conozco muchos con 80 sin jubilarse. Además es un expolio, ya que es devolver lo adelantado muchos años en exceso.

¿Saben lo qué les digo?: no se coman la cabeza y si pueden, emigren. Esto ya no tiene arreglo pacífico. Y me espanta lo que pueda pasar y lo que tenga que hacer quien trate de reorganizar este desastre de país. A reflexionar.

L. Soriano

Historia del Carnaval

En 1996 Miguel Zerolo tuvo la iniciativa de colocar unos mosaicos reproduciendo los carteles de las Fiestas de Invierno y el Carnaval en el paseo que está a la altura del Parque Marítimo y que fueron patrocinados por distintas empresas, entre ellas Jornada y EL DÍA. Pues desde 1997 hasta la fecha no se ha vuelto a colocar ninguno más y no estaría mal que, dado el motivo de estos Carnavales, se retomara la idea y, de paso, restaurar alguno de los que están algo deteriorados.

Jaime Morales