Con el título que antecede a estas líneas a lo peor alguien ha pensado que esto iba de otra cosa, pero no. Un día más voy a hablar del turismo. "El Archipiélago es una gran multinacional del turismo en la que todos somos accionistas", acaba de manifestar la nueva viceconsejera de turismo del Gobierno autónomo, Yolanda Perdomo. Tiene razón. Casi toda la actividad económica canaria depende directa o indirectamente del turismo. Se puede exceptuar la agricultura y, en cierta forma, también la industria, aunque esta última muy poco. En cuanto al sector primario, la mayor parte de los alimentos son más baratos si los importamos que si los producimos aquí. El consumidor no está dispuesto a pagar -y posiblemente tampoco pueda hacerlo- el precio al que habría que vender un kilo de papas para que el agricultor tuviese unos ingresos a la altura de lo que ganan los trabajadores en otros sectores. Este es un problema de difícil solución que se soslaya desde hace tiempo con subvenciones públicas; no sólo en España, sino en cualquier país con un nivel de vida propio del primer mundo. En cambio, las subvenciones al sector turístico suelen ser exiguas o inexistentes.

Alguien me ha criticado por decir que la Fitur no sirve para nada. En realidad nunca he dicho que no sirva para nada. Sirve para que mucha gente, con bastante seguridad mucha más de la necesaria, disfrute de unos días de interesante ajetreo en Madrid, ya sea con cargo a la hacienda pública o a la caja de sus empresas. No discuto la importancia de promocionar Canarias como un destino privilegiado, de forma especial cuando los competidores surgen por doquier, pero siempre que poseamos algo diferente -o cuando menos presentable- que ofrecer. El clima lo tenemos y cabe suponer que lo seguiremos teniendo durante algún tiempo pese a los cambios planetarios. El paisaje nos lo hemos cargado a marchas aceleradas y seguimos manos a la obra en tan "loable" empeño. En el caso de Tenerife, sería interesante grabar en vídeo lo que contemplan los turistas que nos visitan desde que aterrizan en cualquiera de los dos aeropuertos hasta que llegan al hotel. Un reportaje interesante -regalo la idea- para analizarlo luego con calma y ponernos rojos de vergüenza. Y no sólo por unas torres gigantescas del tendido eléctrico junto a la autopista del Sur en la zona aeroportuaria, sino por otros "adornos" adicionales en cualquier rincón de la isla. Unas torres, ya que hablamos del asunto, que inicialmente iban a estar en las estribaciones de un monte, camufladas para que nadie las viese.

Quizá antes de seguir gastando tanto dinero en promociones externas -cuya importancia, insisto, no discuto-, habría que invertir un poco más en concienciación interna. Si como dice Yolanda Perdomo, y dice bien, todos los canarios somos accionistas de esa gran multinacional del turismo, descorazonan la cantidad de atentados contra el paisaje que se siguen cometiendo. Y eso que 84 de cada 100 habitantes de estas Islas consideran muy importante la protección al medio ambiente, según el último estudio del Consejo Económico y Social. Buenas palabras y mejores intenciones que sucumben, por ejemplo, cada vez que alguien tira un papel al suelo o arroja una colilla por la ventanilla del coche.