El archipiélago canario constituye uno de los lugares más propicios para la reintroducción de la foca monje mediterránea, conocida también como lobo marino, al que debe su nombre la Isla de Lobos, en Fuerteventura, donde antaño formaba abundantes y nutridas colonias.

Sin embargo, la reintroducción de la especie aún no ha sido posible, principalmente porque en 1997 una gran marea roja de algas tóxicas causó la mortandad masiva de ejemplares en Cabo Blanco (Mauritania), lugar de origen de los individuos con los que se tenía la intención de repoblar Canarias.

Según explica la organización WWF, la única esperanza está en otra población mauritana, que, gracias a la labor conservacionista de la Fundación CBD-Hábitat, alberga ya alrededor de 200 individuos, suficiente para considerar la repoblación de Canarias, donde desde mediados del siglo pasado, la especie está considerada extinta.

No obstante, en las costas de las islas donde antaño vivía el lobo marino, Fuerteventura, Lanzarote e islote de Lobos, es posible observar individuos jóvenes durante sus migraciones, que proceden de colonias cercanas.

Y Canarias se localiza en el centro del corredor natural genético que existe entre esas dos colonias, el archipiélago de Madeira y Mauritania, lo que permitiría la conexión de los individuos y, por tanto, la diversificación de los genes.

Aunque en ningún caso, matiza WWF, sería factible la reintroducción de la especie en las islas si previamente no han sido eliminadas las amenazas que causaron su extinción: la persecución humana, su interacción con artes de pesca, el agotamiento de sus presas potenciales, la contaminación y la destrucción del litoral.