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Carsten W. Lauritsen
Ver galería >Frente a lo que dice la archiconocida y carismática Mary, del bar La Marina –«esto no es una calle peatonal, es una infraestructura superbonita sin aparcamientos»–, el pueblo de San Andrés asistió ayer a un parto que se demoró dos meses y medio sobre las previsiones iniciales: la conversión de la angosta calle de El Dique por una vía principal para pasear y el disfrute de la oferta gastronómica de la zona, con la instalaciones de la terrazas de los restaurantes de la zona.
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Frente a lo que dice la archiconocida y carismática Mary, del bar La Marina –«esto no es una calle peatonal, es una infraestructura superbonita sin aparcamientos»–, el pueblo de San Andrés asistió ayer a un parto que se demoró dos meses y medio sobre las previsiones iniciales: la conversión de la angosta calle de El Dique por una vía principal para pasear y el disfrute de la oferta gastronómica de la zona, con la instalaciones de la terrazas de los restaurantes de la zona.
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Frente a lo que dice la archiconocida y carismática Mary, del bar La Marina –«esto no es una calle peatonal, es una infraestructura superbonita sin aparcamientos»–, el pueblo de San Andrés asistió ayer a un parto que se demoró dos meses y medio sobre las previsiones iniciales: la conversión de la angosta calle de El Dique por una vía principal para pasear y el disfrute de la oferta gastronómica de la zona, con la instalaciones de la terrazas de los restaurantes de la zona.
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Frente a lo que dice la archiconocida y carismática Mary, del bar La Marina –«esto no es una calle peatonal, es una infraestructura superbonita sin aparcamientos»–, el pueblo de San Andrés asistió ayer a un parto que se demoró dos meses y medio sobre las previsiones iniciales: la conversión de la angosta calle de El Dique por una vía principal para pasear y el disfrute de la oferta gastronómica de la zona, con la instalaciones de la terrazas de los restaurantes de la zona.
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Frente a lo que dice la archiconocida y carismática Mary, del bar La Marina –«esto no es una calle peatonal, es una infraestructura superbonita sin aparcamientos»–, el pueblo de San Andrés asistió ayer a un parto que se demoró dos meses y medio sobre las previsiones iniciales: la conversión de la angosta calle de El Dique por una vía principal para pasear y el disfrute de la oferta gastronómica de la zona, con la instalaciones de la terrazas de los restaurantes de la zona.
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Frente a lo que dice la archiconocida y carismática Mary, del bar La Marina –«esto no es una calle peatonal, es una infraestructura superbonita sin aparcamientos»–, el pueblo de San Andrés asistió ayer a un parto que se demoró dos meses y medio sobre las previsiones iniciales: la conversión de la angosta calle de El Dique por una vía principal para pasear y el disfrute de la oferta gastronómica de la zona, con la instalaciones de la terrazas de los restaurantes de la zona.
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Frente a lo que dice la archiconocida y carismática Mary, del bar La Marina –«esto no es una calle peatonal, es una infraestructura superbonita sin aparcamientos»–, el pueblo de San Andrés asistió ayer a un parto que se demoró dos meses y medio sobre las previsiones iniciales: la conversión de la angosta calle de El Dique por una vía principal para pasear y el disfrute de la oferta gastronómica de la zona, con la instalaciones de la terrazas de los restaurantes de la zona.
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Frente a lo que dice la archiconocida y carismática Mary, del bar La Marina –«esto no es una calle peatonal, es una infraestructura superbonita sin aparcamientos»–, el pueblo de San Andrés asistió ayer a un parto que se demoró dos meses y medio sobre las previsiones iniciales: la conversión de la angosta calle de El Dique por una vía principal para pasear y el disfrute de la oferta gastronómica de la zona, con la instalaciones de la terrazas de los restaurantes de la zona.
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Frente a lo que dice la archiconocida y carismática Mary, del bar La Marina –«esto no es una calle peatonal, es una infraestructura superbonita sin aparcamientos»–, el pueblo de San Andrés asistió ayer a un parto que se demoró dos meses y medio sobre las previsiones iniciales: la conversión de la angosta calle de El Dique por una vía principal para pasear y el disfrute de la oferta gastronómica de la zona, con la instalaciones de la terrazas de los restaurantes de la zona.
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Frente a lo que dice la archiconocida y carismática Mary, del bar La Marina –«esto no es una calle peatonal, es una infraestructura superbonita sin aparcamientos»–, el pueblo de San Andrés asistió ayer a un parto que se demoró dos meses y medio sobre las previsiones iniciales: la conversión de la angosta calle de El Dique por una vía principal para pasear y el disfrute de la oferta gastronómica de la zona, con la instalaciones de la terrazas de los restaurantes de la zona.
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