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María Pisaca
Ver galería >La crisis del coronavirus ha obligado, un año más, a los chicharreros a disfrutar de unas atípicas vacaciones de Semana Santa. A falta de procesiones, los residentes de la capital se han trasladado a los núcleos costeros de Santa Cruz para disfrutar, al menos, de los rayos de sol y los baños de mar.
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La crisis del coronavirus ha obligado, un año más, a los chicharreros a disfrutar de unas atípicas vacaciones de Semana Santa. A falta de procesiones, los residentes de la capital se han trasladado a los núcleos costeros de Santa Cruz para disfrutar, al menos, de los rayos de sol y los baños de mar.
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La crisis del coronavirus ha obligado, un año más, a los chicharreros a disfrutar de unas atípicas vacaciones de Semana Santa. A falta de procesiones, los residentes de la capital se han trasladado a los núcleos costeros de Santa Cruz para disfrutar, al menos, de los rayos de sol y los baños de mar.
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La crisis del coronavirus ha obligado, un año más, a los chicharreros a disfrutar de unas atípicas vacaciones de Semana Santa. A falta de procesiones, los residentes de la capital se han trasladado a los núcleos costeros de Santa Cruz para disfrutar, al menos, de los rayos de sol y los baños de mar.
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