Canarias ha visto desaparecer más puestos de trabajo desde el estallido de la pandemia que durante toda la crisis financiera. Más en nueve meses que en siete años. En marzo del año pasado, cuando Pedro Sánchez se vio obligado a decretar el estado de alarma para contener el avance del coronavirus, en las Islas había un total de 930.200 personas ocupadas, ya fuera por cuenta propia –trabajadores autónomos– o por cuenta ajena –asalariados–.

Al término de 2020, tras nueve meses de confinamiento, cero turístico, desescalada, segunda oleada y nuevas restricciones, ya solo quedaban 827.400 canarios con una ocupación. Ese es el dato más preocupante de los varios que ha dejado la última Encuesta de Población Activa (EPA): la pandemia ha destruido en Canarias 102.800 empleos. Con todo, la realidad es aún peor, porque la EPA contabiliza como ocupados a los 79.206 isleños que están en expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE). Es decir, contabiliza como ocupados a quienes, de facto, son tan parados como cualquier otro y se desempeñaban en puestos que, también de facto, ya no existen.

Así lo puntualizó el economista José Miguel González, ex director general de Trabajo del Gobierno de Canarias y actual director de Consultoría de Corporación 5 –el despacho que elabora los informes de coyuntura y perspectivas para la CEOE–, en la presentación, la semana pasada, del último análisis de la patronal.

En definitiva, de aquellos 930.200 ocupados que había en Canarias cuando la nación se confinó, los que en realidad se mantienen en sus puestos son 748.194. Dicho de otro modo: hasta 182.006 personas se han quedado sin trabajo en la Comunidad Autónoma desde el comienzo de la crisis del SARS-CoV-2. Más víctimas laborales que las que causó la larga crisis financiera que estalló a finales de 2007 con aquel primer capítulo de las hipotecas subprime o basura en los Estados Unidos.

Entonces, en aquel último trimestre de 2007, en las Islas había 889.700 ocupados. Un año después, hacia finales de 2008, quedaban 810.900. Así pues, la región perdió en los doce primeros meses tras el crac financiero un total de 78.800 empleos. En doce meses perdió 103.206 puestos de trabajo menos que en nueve meses de pandemia –24.000 menos si se quiere excluir a los parados en ERTE–. La crisis se prolongó entonces durante siete largos años, desde aquel fatídico octubre de 2007 hasta los últimos meses de 2014. Al finalizar el segundo ejercicio después del crac –2009–, Canarias ya tenía 110.000 ocupados menos que en el último trimestre de 2007. En 2010 desaparecieron otros 21.600 puestos.

Al siguiente año, 2011, el ritmo de destrucción de empleo se ralentizó y solo se perdieron 1.200, pero en 2012 volvió a acelerarse y se esfumaron 15.100 más. Fue en 2013 cuando se tocó fondo. En el tercer trimestre de ese año, el número de ocupados en las Islas apenas era de 719.800 personas. La crisis financiera se había llevado por delante la friolera de 169.900 puestos de trabajo. De ahí a diciembre de 2014 –el momento en que la mayoría de expertos y economistas sitúa el final de aquella recesión–, Canarias fue capaz de recuperar 38.900 empleos. En resumen, ni en el peor momento para el mercado laboral isleño durante la anterior crisis –aquel tercer trimestre de 2013– se produjo una reducción de la mano de obra tan drástica como la que en nueve meses ha causado el coronavirus.

Hay que puntualizar, además, que el máximo de asalariados que estuvieron en ERTE entre 2007 y 2014 fueron los 7.704 de 2012, incluidos tanto los que vieron reducir su jornada como los que estuvieron en suspensión de empleo propiamente dicha. Ni siquiera considerando sus trabajos entre los destruidos por el crac financiero se llega a las cifras que dejó el virus de marzo a diciembre.

El paro más alto en casi siete años

El alto ritmo de destrucción de mano de obra que sufre Canarias se refleja en el número de desempleados y la tasa de paro. En las Islas hay 358.206 parados, incluidos tanto los 279.000 desempleados en sentido estricto como los 79.206 asalariados en ERTE, que de hecho están tan parados como aquellos. Es la cifra más alta desde el tercer trimestre de 2014, cuando llegó a 362.300. La cifra más alta, por tanto, en casi siete años. Hay que tener en cuenta que las estadísticas oficiales maquillan la situación por esos 79.206 trabajadores en ERTE, la gran mayoría en los llamados de fuerza mayor, que el Gobierno ideó para tratar de contener una destrucción de empleo aún más grave. Pero lo cierto es que esas personas, como vienen avisando patronal y sindicatos, están también paradas. No volverán a estar activos, como el resto, si no hay recuperación y hasta que haya recuperación.