Un 7% no es cantidad a destacar salvo en ocasiones especiales, y esta lo es. En plena marea de expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) en cualquier negocio, incluidos los considerados esenciales en los sucesivos decretos que sustentan el estado de alarma en que se encuentra inmerso todo el país desde hace prácticamente un mes, saber que siete de cada cien trabajadores de los comercios de alimentación saludable de las Islas han visto elevarse sus ingresos por el especial esfuerzo que la situación ha requerido de ellos es motivo para la esperanza.

Así se desprende del estudio elaborado por BeLocal Life, un proyecto que, por boca de su CEO, Alberto Benito, se define como un "punto de encuentro entre consumidores responsables y negocios que entienden la sostenibilidad como un espacio común que provoca un cambio positivo individual y colectivo".

Obviamente, el objetivo del trabajo que ha desarrollado este equipo es conocer el tamaño del impacto que el parón de la economía al que ha obligado la extensión de la pandemia ha tenido en un sector que permanece abierto pero ha visto reducida la afluencia de clientela. Para llevarlo a cabo se han recopilado las experiencias de 50 establecimiento de estas características de todas las islas.

Evidentemente, al margen del dato milagro de ese incremento salarial minoritario que ha servido para cubrir las horas extraordinarias que ha tenido que aportar el personal, tampoco en este ámbito vienen bien dadas en general y también han existido esos ERTE que paralizan el buen hacer a la espera de que la clientela, o cualquier otra vía, vuelva a garantizar el nivel de ingresos suficiente como para reintegrar a todos los trabajadores a sus puestos de trabajo.

¿En qué medida? El 27,3% de estos negocios han recurrido a esta fórmula que ensoleró la reforma laboral que puso en pie el primer Gobierno de Mariano Rajoy en 2012, en plena Gran Recesión. Una cifra que tampoco es desdeñable habida cuenta de que la alimentación es un subsector que ha permanecido abierto durante todo el estado de alarma. Sin embargo, no todos los proyectos de estas características estaban bien preparados para afrontar el golpe.

Los gastos fijos, clave

Uno de los factores clave cuando irrumpe una circunstancia negativa para el negocio es el volumen de gastos fijos. La estructura de una mercantil está montada para un contexto general. Es decir, la variación de los ingresos está contemplada dentro de una horquilla de normalidad, justo la que no tenemos ahora.

Ni siquiera un tercio de este tipo de negocios ha sido capaz de reducir este capítulo de gastos. No se trata de un mal quehacer, es que son los más complicados de rebajar: personal, alquiler de locales, factura energética... En resumen, el 69%, casi siete de cada diez, mantienen los mismos que antes de decretarse el estado de alarma y el consiguiente confinamiento de los ciudadanos.

De ahí que al volumen de ERTE antes reseñado haya que sumar casi una cuarta parte (23,5%) de empresas de alimentación saludable que han aplicado reducciones de jornada. Cuestión que así enunciada no evita colegir una reducción salarial en proporción. Otro de los problemas que se deriva de esta crisis está en esa vertiente, si los trabajadores que logren mantener sus puestos van a ver reducidos unos salarios que, en la mayoría de los casos, no se habían recuperado de las mordidas que sufrieron en la pasada crisis económica, ¿quién va a consumir?

Mal color tiene un panorama que ha llevado a la quinta parte de las empresas ecofriendly (20,6%) a solicitar una ampliación del plazo para el pago de impuestos y al 17,6% de los encuestados a recurrir a la prestación a autónomos por reducción o interrupción de la actividad.

Se observa de manera más clara si se acude a los niveles de facturación. Son los negocios que se situaban en la parte más elevada los que más notan el aterrizaje abrupto del volumen de negocio. Los que superaban los mil euros eran el 17,3% del total y tras el golpe que ha supuesto la pandemia han pasado a solo el 8,3%. Los mejor colocados, aquellos que lograban ingresar más de 2.500 euros cada mes eran un tercio de todo el sector (33,5%) y ahora ya solo poco más de la quinta parte (21,5%).

Sumidos aún en plena vorágine de desconsuelo no es pronto sin embargo para extraer algunas conclusiones. Alberto Benito apunta una: "A algunos les ha pillado sin digitalizarse". Claro, con la sociedad recluida en sus domicilios ese es un factor decisivo. Aquellos negocios que han sido capaces de mantener el contacto con la clientela lo están pasando mejor. No obstante, el CEO de BeLocal Life recomienda huir en este momento de grandes inversiones que pueden comprometer el futuro de los proyectos.

"Esto es circunstancial", expone Benito sobre el confinamiento de los ciudadanos. Es decir, este no es el momento de "volverse loco con una transformación digital precipitada". Abrir pequeños canales es la solución, basta con un número telefónico en el que poder atender por Whatsapp, por ejemplo. Y cuando todo pase, entonces sí cubrir todas los flancos que esta situación ha puesto al descubierto.

En este capítulo también incide la encuesta a través de un epígrafe titulado "Digitalizarse o morir". Cuatro de cada diez empresarios del sector señalaron la necesidad de incluir el servicio a domicilio entre su oferta. Tres de cada diez expusieron su convencimiento sobre la pertinencia de situarse en el mercado on line. Además, una quinta parte señaló la "fidelización de los clientes" como una herramienta que ayuda a mantener las puertas abiertas al margen de que las circunstancias sean más o menos adversas.

Las conclusiones

Entre las conclusiones que arroja el trabajo se incluye la constancia de que los ciudadanos ecofriendly del Archipiélago han elevado la compra de frutas y verduras. Más de la mitad (54,5%) de los pedidos recibidos durante la cuarentena incluyeron productos de esta familia.

Más lejos pero también entre los principales se situaron los cereales, la pasta y la harina, que solicitaron el 47,7% de los clientes. Los huevos integraron el 34,1% de las cestas de la compra, que en una cuarta parte también dieron cabida a los arroces, quinoa y resto de granos de ese tipo, y a los productos de higiene personal ecológicos.

A futuro, la conclusión es que el consumo de este tipo de productos va a guiarlo una línea ascendente. El grado de la pendiente lo marcará en un primer momento el daño que sufran las rentas disponibles de los ciudadanos con los recortes salariales, ERTE y despidos. Sin embargo, para buena parte de la población, un comportamiento ecológico ayudará a evitar episodios como el de esta pandemia global.