Su consultoría fue la primera en avisar de que la paralización de la economía destruiría en Canarias como mínimo un 10% del PIB. Quién habría dicho entonces, hace unas tres semanas, que hoy la mayoría daría por bueno ese escenario.

Fíjese que la pérdida del 10% del PIB era el mejor escenario que planteábamos. Pero efectivamente después han salido estimaciones peores, incluso desde el propio Gobierno de Canarias. La CEOE apunta en el caso de España una caída mínima de un 5% que podría ser de hasta un 9%, cifras ya de por sí mucho más altas que aquellas de las que se venía hablando. Pero lo que sí sabemos con certeza es que el sector más afectado será el turístico, algo en lo que coinciden todas las grandes consultoras internacionales. Así que Canarias y Baleares van a ser las que más sufran y las cifras que dio la CEOE serán en nuestro caso mucho más importantes.

Es decir, que en el Archipiélago no habrá recuperación en V, un total y rápido restablecimiento.

Vamos a salir, pero no va a haber salida en V, eso seguro. Una salida en U es el escenario más optimista. La cuestión es cuándo saldremos. Y saldremos cuando las fronteras estén abiertas, cuando los aviones estén volando, cuando los turoperadores estén operando... Será entonces cuando podremos abrir toda nuestra infraestructura hotelera y extrahotelera, lo que no ocurrirá inmediatamente. No sabemos si a final de mes podremos empezar a salir y abrir las actividades, pero en cualquier caso las turísticas seguirán cerradas. Aunque formalmente esté permitida su apertura, nadie va a abrir para no tener ni un cliente. Y_no hay que olvidar que la economía es una cadena, todo un entrelazamiento que se ha roto ahora por el lado del turismo, por eso nuestras previsiones son tan malas.

Y ¿qué hay que hacer para evitar que la situación empeore aún más?

Creemos que el Gobierno de Canarias, que lo está haciendo, tiene que presionar más aún para que en los expedientes de regulación temporal de empleo continúe subvencionada la Seguridad Social después del estado de alarma, probablemente hasta final de año.

Hay entonces que volver a hacer pedagogía en los ministerios.

Lo que pasa es que las cosas hay que vivirlas. En el resto de España cada uno tiene sus problemas, obviamente, pero hay que convencer al Estado, desde un punto de vista objetivo, de que el sector turístico es el más afectado. Igual que en su momento hubo muchas ayudas para la minería y para la reconversión industrial, ayudas que lógicamente no nos llegaron porque no teníamos ni minas ni industrias importantes, pues ahora debe haber también ayudas singulares para el sector turístico, que no es moco de pavo, sino que representa en España el 12% del PIB. Y ni que decir en Canarias, así que hay que ir pensando en un plan de choque.

Es caro subvencionar el 75% de la cuota de la Seguridad Social. Esa es la crítica.

Sí, pero es más caro que la gente se vaya al paro. Los ERTE para mantener el empleo se deben alargar mientras esta situación perdure. Ese plan de sostenimiento debe existir, porque ganamos todos. Además, las empresas irán recuperando trabajadores a medida que vayan abriéndose hoteles. Ya solo esta medida daría una gran tranquilidad. Lo que no podemos es continuar en esta incertidumbre, no saber qué va a pasar al día siguiente, es decir, decretando día a día. El Estado debería ser más previsor en los casos en que no cabe duda alguna. No es tan difícil decir que el estado de alarma para el sector turístico se alarga hasta diciembre. Es lo mínimo que puede y debe exigirse.

El Gobierno central ha facilitado el acceso a financiación con los 100.000 millones en créditos.

Pero son préstamos, y como tal hay que devolverlos. Lo ideal en una situación como esta, y creo que es algo que puede entender cualquiera, es que si se decide parar la actividad económica, pues que se pare para los ingresos, que no hay, pero también para los gastos; entonces la gente no paga impuestos, no paga Seguridad Social y mantiene la empresa, porque no ingresa pero prácticamente no gasta. Pero no es así: los ingresos no llegan pero los gastos en una parte se mantienen. Sé que la situación no es fácil y que la crítica es sensible, pero el Gobierno debería ser más contundente y sobre todo hacer las cosas con previsión, no esperar al último momento.

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, acabó llamando tramposos a los empresarios, aunque no exactamente con esta palabra, cuando les avisó que la inspección revisaría con lupa los ERTE para detectar fraudes.

Se estaba colaborando mucho con el Gobierno, pero sucedieron tres cosas: la prohibición de los despidos, una injerencia tremenda en la economía; la imposición de los permisos retribuidos, de lo que ni siquiera se había hablado; y esas declaraciones que usted comenta. Todo eso enrareció mucho el ambiente. Pero lo que preocupa es que algunos estén pensando en aprovechar para implantar sus ideas políticas porque tal vez les resulte más fácil hacerlo en esta situación. No sé si están pensando eso o no, pero a veces da la sensación de que sí, y esto genera cierta preocupación.

Crecerán la deuda y el déficit públicos, pero aun así siguen sin liberarse los 4.500 millones que los ayuntamientos canarios tienen ociosos en los bancos. Unos 28.500 millones en todo el país.

Efectivamente habrá más déficit y más deuda, y siendo así, es un contrasentido que el superávit no solo no se utilice, sino que no lo utilice quien efectivamente lo ha generado. Es decir, que castigas a quien mejor lo ha hecho. Va contra toda lógica. El superávit debe ser utilizado y debe ser utilizado por las administraciones que lo han generado. Estas cositas, eso de no te dejo gastar el dinero y como lo has hecho bien ahora encima me lo quedo yo, transmiten unas señales horrorosas, porque el político se pregunta entonces para qué hacerlo bien. Es un error monumental. La señal que da el Estado es: oiga usted, no gestione bien, sea usted un manirroto, que si es ordenado y buen administrador de lo público, después vendré y se lo quitaré.