En los años 30, en plena Gran Depresión, el presidente de EE UU Franklin Delano Roosevelt convocó a la ciudadanía a la ingente tarea de no sucumbir al pánico a causa de las dramáticas secuelas económicas y sociales del desastre financiero, en la convicción de que la sobrerreacción, los comportamientos descontrolados y el derrotismo eran factores mucho más destructores que la propia crisis: "A lo único a lo que se debe tener miedo", dijo, "es al propio miedo". Las medidas de contención de la epidemia del Covid-19, por más que necesarias, ya están teniendo efectos económicos peores que el propio coronavirus pero nada causaría más daño al interés general que una reacción en cadena de pavor injustificado y comportamientos. Los presagios tenebrosos y el triunfo de las actitudes irracionales arruinan las expectativas, erosionan la confianza y hunden la economía porque el pánico y las profecías aciagas tienden a materializarse con independencia de su sustento o no en los hechos. El pensador estoico Séneca reclamaba "mesura hasta en el sufrimiento".