Canarias logró, en la segunda década del siglo XXI (2011-2017), situarse de nuevo en el mercado turístico mundial como un destino vacacional líder. Sopló a su favor un viento de cola que, como al resto del país, le llevó a cifras récords: 16 millones de turistas y 100 millones de pernoctaciones. En plena euforia, no había foro o jornada en la que no se analizaran dos cuestiones recurrentes: la necesidad de avanzar en el proceso de digitalización del sector y los riesgos de masificación, reducidos al concepto de "turismofobia". Pero ya algunas voces autorizadas, las menos, advertían contra los efectos de la borrachera y llamaban a aprovechar los tiempos de bonanza para renovar, innovar y reinvertir. En definitiva, para reforzar la calidad (que no el lujo) del destino ante la inminente llegada de los tiempos de "competitividad normalizada". Es decir, de que el viento de cola soplara a favor de otros destinos, aquellos que compiten precisamente con las Islas una vez superada su crisis de seguridad.

El cambio de ciclo, que se inició en 2018, recorre ya su segundo año con datos que ponen en evidencia que los destinos españoles afrontan el reto con diferente fortaleza. Así, de las seis grandes comunidades turísticas del país, Canarias es la única que no crece en el acumulado del primer cuatrimestre de 2019. Entre enero y abril de este año, Cataluña recibió 4,9 millones de turistas internacionales, lo que supuso un aumento del 4,8% respecto al mismo periodo de 2018. En Andalucía y Madrid crecieron los visitantes un 8,1% y 8,8%; y un 2,1% en la Comunidad Valenciano. Baleares registró por su parte la mayor subida, que alcanzó el 10,3%, mientras en Canarias una ligera caída de casi un punto (-0,9%). Ello no impidió que, en valores absolutos, las Islas quedarán en segundo lugar en número de visitantes extranjeros, con 4,7 millones de turistas, frente a los 3,1 millones que viajaron a Andalucía y 1,7 millones que lo hicieron a Baleares, el destino español más afectado por la estacionalidad.

Dentro del propio Archipiélago, son también acusadas las diferencias entre las cuatro islas turísticas. Fuerteventura es, en este sentido, el destino que se está viendo más afectado por el citado cambio de ciclo. Y Tenerife quien mejor está resistiendo. Así, más de 62.000 de los 81.600 visitantes internacionales que ha perdido Canarias en estos cuatro meses del año, dejaron de viajar a la isla majorera. Otros 50.000 los perdió Gran Canaria, mientras Lanzarote y Tenerife ganaron más de 22.000 y 18.000 turistas respectivamente. Bien es verdad que tanto en Tenerife fue la isla en la que menos crecieron los visitantes peninsulares (un 15%), frente a las tres islas restantes, en las que el porcentaje de viajeros provenientes de la Península superó esa cifra. Aunque sin llegar a compensar en el caso de Gran Canaria y Fuerteventura la pérdida de extranjeros.

El valor de la conectividad

Varios factores podrían explicar la desigual distribución de la llegada de turistas a Canarias, entre ellas la nacionalidad de los viajeros y la categoría de la planta alojativa que los acoge. Pero también el nivel de conectividad de cada destino insular con los mercados de procedencia de los visitantes. Y, desde esta perspectiva, las diferencias entre unas islas y otras tenderán a acusarse aún más a lo largo del año, si se tiene en cuenta la capacidad aérea regular prevista.

Y es que la temporada de verano se afronta ya con diferencias significativas en lo que se refiere a las reservas aéreas, de forma que sólo Tenerife, junto a La Palma, registran un incremento del número de plazas aéreas: 37.500 y 9.300 más respectivamente, lo que representa incrementos del 1,4% y del 12,2%. El resto de islas turísticas se reparten la pérdida de asientos aéreos (-5,7%) que Canarias en su conjunto registra para este verano: 236.000 Gran Canaria (-12,7%); 200.000 Fuerteventura (-16,4%) y 28.000 Lanzarote (-1,9%).

El mercado laboral

El desigual resultado turístico en Canarias se está traduciendo también al mercado laboral, en un momento además en que el empleo comienza a retroceder tras ocho años de crecimiento. Así, Fuerteventura está asistiendo a una importante caída del empleo en el sector servicios, y en concreto en la hostelería, mientras sigue creciendo en Tenerife gracias a su capacidad para mantener la llegada de turistas.

En el primer trimestre de 2019, el Archipiélago perdió 20.900 empleos en el primer trimestre de este año, lo que representa un descenso del 2,29% en relación al trimestre anterior. Fue la provincia de Las Palmas la que sufrió el mayor retroceso entre enero y marzo respecto al trimestre anterior, que supuso un descenso del 5,2%, sobre todo en el sector servicios donde cayó un 6,8%, mientras en la provincia de Santa Cruz de Tenerife creció el número de trabajadores. Hasta el punto que, en un año, Las Palmas cuenta con 16.700 ocupados menos en los servicios (-3%), mientras en el mismo período la provincia occidental sumó 24.000 (un 6,6% más).

Pero las estadísticas no son, ni mucho menos, el único indicador que apunta la evolución y tendencias de un mercado como el turístico, sometido como pocos a presiones exógenas y difícilmente controlables por el propio destino: la crisis de determinadas compañías aéreas; la subida del precio de los combustibles; la desaceleración económica de los mercados emisores o la sombra del brexit. Pese a ello, la gestión interna del sector, es decir la gobernanza del turismo, es el elemento clave al que apunta la Organización Mundial del Turismo (OMT)?y los principales expertos para garantizar la competitividad de un destino y, por tanto, su liderazgo.

En Canarias, sin embargo, hay muestras de que la política turística se sigue aplicando desde una falta de conciencia de que "el turismo no va solo", como reiteran los empresarios, sino que precisa de recursos y una dirección clara. El Plan de Infraestructuras Turísticas no entró sin embargo como una prioridad en la Agenda de Canarias. Y apenas se le ha dotado de financiación, pese a que ha pasado casi un década sin que apenas se haya invertido en los deteriorados espacios públicos de numerosos núcleos turísticos de las Islas.

Los propios partidos políticos han reconocido unánimente en esta campaña electoral la insuficiente inversión presupuestaria que se destina al turismo, tanto en los Presupuestos Generales del Estado como en los Presupuestos de la Comunidad Autónoma. Y la falta de recursos incide sobre retos, como la fallida FP dual, que no terminan de reconducirse legislatura tras legislatura: "La formación profesional es la gran olvidada de Canarias", se lamentaba recientemente el empresario Juan Miguel Sanjuán, quien reconocía que "la falta de formación nos obliga a demandar a extranjeros".

Tampoco ha elaborado Canarias planes específicos para afrontar todos los handicaps de movilidad que padece, y que en el caso de su destino de mayor éxito, el sur de Tenerife, está provocando el incremento de críticas de los turistas por los atascos en sus carreteras.

Y en materia de sostenibilidad, los problemas de saneamiento y depuración de las aguas o del uso de energías limpias, sigue sin recibir respuestas proporcionales a su impacto o necesidad de implantación en el turismo. Un sector, por cierto, en el que el cambio climático tendrá una incidencia directa por la subida de temperaturas y el riesgo de inundaciones.

Un sector con futuro

Según datos de la Organización Mundial del Turismo, los viajes han crecido de forma global en 2018 un 5,5%. Ello quiere decir que el turismo se consolida por encima incluso del crecimiento global de la economía (+3,7%). Los países que más visitantes ganaron a lo largo del pasado año fueron Turquía, que ganó 8,5 millones de viajeros, y Egipto, con 3,4 millones. Mientras que el ganador en visitantes de los últimos años, España, se estancó en los 82 millones de turistas internacionales (un aumento del 0,9%).

Que el viento de cola haya dejado de soplar a favor de España y Canarias no quiere decir, sin embargo, que el músculo turístico del país y de la comunidad autónoma no pueda resistir la presión del incremento de competividad de otros destinos. Su adecuada gestión es la única garantía de la capacidad de un destino para adaptarse a los cambios de tendencia que apunta el mercado.

En el caso de Canarias, además, el turismo no es solo el motor de su economía, sino también la única actividad que puede impulsar también su diversificación, precisamente por su carácter global. La digitalización e internacionalización de las Islas vendrán también en gran medida de la mano de esta actividad económica que aporta el 40% de los puestos de trabajo, pero que ha dejado también una economía y sociedad duales, en las que los nortes y sures de cada islas no ha terminado de integrarse y viven unos prácticamente a espaldas de los otros.

Más inversión pública y la regulación del sector, asignaturas pendientes

El sector turístico lleva tiempo mostrando síntomas de cambio. Un cambio que ha coincidido con el nuevo ciclo político que también se augura tras las últimas elecciones. Sea cual sea el resultado final de las negociaciones en curso, el Gobierno que finalmente se constituya tendrá que interpretar, y gestionar, los retos de la principal actividad económica del Archipiélago. Un desafío además que no se limita a la necesidad de afrontar una nueva coyuntura, según los expertos; sino que implica la capacidad construir un nuevo modelo de turismo: "El deseo turístico es universal y no está ligado a la lógica capitalista. No existe una forma pura de ser turista", explicaba estos días en Tenerife el antropólogo norteamericano Dean Maccannel.

Las palabras del reputado catedrático son toda una invitación a la reflexión a la clase política canaria, que dedicó la legislatura anterior a reiterar los viejos debates sobre el turismo, sin apuntar siquiera las soluciones.

De hecho, la legislatura que se inicia tendrá que dar respuesta a las mismas cuestiones que la anterior: la regulación del alquiler vacacional; la reforma de la ley de renovación turística; el desbloqueo de los proyectos de intervención en las costas; la dotación del Plan de Infraestructuras Turísticas; el incremento de las partidas presupuestarias destinadas al sector; la implantación de un verdadero y eficaz modelo de FP dual; la superación de las carencias en idiomas y la reducción de la precarización del mercado laboral, por citar los más urgentes.

De entrada, el previsible socio del futuro gobierno, Casimiro Curbelo, ya ha reclamado para su formación Promotur y la Dirección General de Infraestructuras, entre otras, abriendo así la veda sobre quién aspira a gobernar el turismo en Canarias.