Adaptaciones célebres

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Su premisa es la misma que la del libro: dos hombres acuerdan intercambiar sus víctimas —el uno matará a la esposa del otro, el otro asesinará al padre del uno— para eludir sospechas. Pero a partir de ella, la película toma un camino distinto al dictado en su día por Patricia Highsmith, y quizá por eso no logra la hondura y los niveles de perversión del texto original. En cualquier caso, y a pesar de que en su día la cinta de Hitch-cock recibió el menosprecio de buena parte de la crítica, es un thriller magnífico.

La primera de las películas protagonizadas por el icónico trepa Tom Ripley fue también el primer gran trabajo interpretativo de Alain Delon; y el galán francés dotó al personaje de tan deslumbrante mezcla de carisma calculador, gélida crueldad y desarmante vulnerabilidad que Highsmith, en general disgustada con la película —en concreto, por ese final moralizante que aseguraba el triunfo de la justicia—, se deshizo en elogios. El mismo argumento sería retomado 39 años después por Anthony Minghella en El talento de Mr. Ripley, con Matt Damon.

Un hombre y su mujer se mudan a Vichy, en la región de Auvernia, y una vez allí, él desarrolla una peligrosa obsesión con su vecina; y en cuanto el novio de esta se pone celoso, alguien acaba asesinado. La premisa, típica en la obra literaria de Highsmith, es el punto de partida de una película inconfundiblemente chabroliana; un thriller cerebral, impasible y de ritmo parsimonioso, sutilmente influenciado por el austríaco Fritz Lang, que funciona como una afilada meditación de las miserias consustanciales a la clase burguesa.

Se basa en El precio de la sal, un romance lésbico sorprendentemente optimista que Highsmith escribió mientras trabajaba en unos grandes almacenes para pagar las sesiones de terapia con las que esperaba corregir su sexualidad. Publicó el libro con seudónimo y durante décadas renegó de él; imposible imaginar qué habría pensado de esta adaptación absolutamente exquisita por su dominio del lenguaje visual, su capacidad para comunicar con susurros y miradas y su sutil pero también devastador manejo de las emociones.

Se trata de la mejor versión de la que, para muchos de sus seguidores, es la mejor novela de Highsmith. Protagonizada por Isabelle Huppert y Jean-Louis Trintignant —ambos intérpretes soberbios— en la piel de una pareja de casados que se conducen mutuamente hacia la locura criminal, no necesita desplegar dosis reseñables de estilización formal para alcanzar con extraordinaria eficacia las mismas profundidades psicológicas que el texto original y, en el proceso, construir un agobiante clima de amenaza.

‘Extraños en un tren’ alfred hitchcock, 1951

‘A pleno sol’ rené clément, 1960

‘El grito de la lechuza’ claude chabrol, 1987

‘Carol’ todd haynes, 2015

‘Aguas profundas’ michel deville, 1981