El Carnaval de Santa Cruz de Tenerife 2020 conmemora el 85 aniversario de la primera gala de elección de la reina, cuando se celebraba con el patrocinio y organización del Círculo de Amistad XII de Enero, en 1935, título que recayó en Onagra Díaz Lorenzo, y que se limitaba a la fiesta de una sociedad privada, pero vital para la historia de la capital. A la siguiente edición se repitió esta experiencia, siendo elegida Ana de la Torre del Pino. Con la Guerra Civil y la dictadura se suspendieron estas celebraciones que se recuperarían en las V Fiestas de Invierno, en 1965, con la organización, ya bajo la tutela municipal, de la primera gala, título que correspondió a María de los Ángeles Gimbernat Hernández. 55 años han pasado de la proclamación de la reina del nuevo Carnaval.

Inmersos en los debates inclusivos de vanguardia, la fiesta de la máscara siempre ha tenido reina... y rey: los diseñadores, ocultos en sus talleres entre bocetos y máquinas de coser primero, con la evolución a la pistola de silicona hasta el desembarco de la materia prima favorita en la actualidad: la gomaeva y la tela foamizada.

El Carnaval estará siempre en deuda con aquella generación de diseñadores que se atrevieron a lanzar un pulso con trajes de reinas a los escenarios de los espectáculos. Desbordaron la recoleta bombonera del teatro Guimerá para dar el salto a la plaza de toros, y cuando parecía que no cabía el más difícil todavía, pasó a la plaza de España y más tarde al recinto ferial, tras un coqueteo en los aparcamientos del Parque Marítimo (2008).

Hermógenes González de Guisado, María Isabel Coello, Miguel Delgado Salas, el sastre de Peceño, Gracita Almazán (dueña de la Gran Tijera), Luis Dávila y el propio Miguel Ángel Castilla son los pioneros de los trajes de las candidatas al cetro que se armaban con los disfraces de las parrandas de las comparsas, y poco más.

Vecino del barrio de El Toscal, Miguel Ángel Castilla (1953) -hijo de un ebanista y una ama de casa amante de la música que estudió canto- se inició en el Carnaval de la mano de su vecino y amigo Teófilo Cerpa, quien fuera director de la murga Beo-2 y también subdirector de la agrupación lírico-musical Los Románticos. De su mano recibió la invitación en 1967 para realizar el primer diseño precisamente para esta formación que actuaba, entre otros lugares, en la plaza de La Candelaria en las Fiestas de Invierno.

Jefe de escaparatistas de Wehbe, Miguel Ángel Castilla colabora con el diseñador Cedrés en 1970 en la elaboración del tocado del traje de candidata a reina que patrocinó la Caja General de Ahorros de Canarias, en su primera incursión en el diseño de reinas de los que suma más de medio centenar en la actualidad, tanto en Santa Cruz como en cuantas ha presentado en Puerto de la Cruz, Candelaria, Los Cristianos, Tacoronte y Fuerteventura, entre otros altares de Carnaval. Tan prolifera ha sido su producción que incluso en 1983 recuerda que llegó a elaborar cinco aspirantes para el mismo espectáculo. En paralelo, también realizó diseño para grupos como Caña Dulce, Sabor Isleño, Danzarines Canarios, El Cabito, UA El Cabo y Los Brasileiros. Tan íntima es su relación con el Carnaval, que su noviazgo palpitó a ritmo de batucada en Danzarines Canarios, después de participar en la comparsa madre de este género en Canarias, Los Rumberos (de 1975 a 1977).

Miguel Ángel Castilla no solo puede presumir de estar en posesión del cetro de tres reinas (1982, cuando realizó el tocado para la creación que ideó Luis Dávila; 1983 y 2002), sino de ser testigo de la evolución del diseño de candidatas y repara en los detalles. "A Paco Álvarez se debe que los diseñadores comenzaran a ser nombrados en las galas. Defendía que los trajes eran obras de arte y que el público debía saber quién era su autor". Y así se comenzó a hacer desde 1980. Otro momento de esplendor, cuando las casas comerciales comenzaron a patrocinar trajes, lo que motivó que, al entrar en litigio con los grupos del Carnaval, la organización diferenciara y estableciera el título de reina, reservada para los grupos, y el de Princesa de la Fantasía, para las empresas. Esa experiencia se realizó en 1982 (Justo Gutiérrez ganó el título de Princesa de la Fantasía, con un traje para El Kilo) y 1983 (Luis Dávila se hizo con la Princesa de la Fantasía por su traje para Almacenes Gámez). A partir, se retorna al modelo de un cetro para todos los patrocinadores lo que redundó en el esplendor de las fantasías a la par que el Carnaval iba cambiando de escenario.

Otro dato curioso que trae al recuerdo Miguel Ángel Castilla: la celebración en 1975 de la gala en una carpa que se instaló en Tomé Cano en un intento por ampliar la fiesta a la ciudad. Asegura que la capacidad era similar al Guimerá, de donde había salido la elección de la reina (se desarrolló ahí entre 1965 y 1974), pero con un calor espectacular que motivó el regreso a la bombonera chicharrera. La gala continuó en el Guimerá desde 1976 (primera edición del Carnaval bajo este nombre) y 1984, cuando pasa a la plaza de toros, con la elegancia de trajes y tocados que soportaban las señoritas, como le gusta llamar Castilla a las candidatas. En 1989 la gala dio el salto a la plaza de España, y en 1996, al recinto ferial. Fue el año de Ra, fantasía del gran Justo Gutiérrez que revolucionó el diseño con la incorporación de ruedas. La gala regresa a la plaza de España, entre 1999 y 2005, para retornar al recinto ferial en idas y venidas por contentar a todos. 2006 y 2007 se celebró en el recinto ferial y 2008, en los aparcamientos del parque marítimo para regresar a su actual emplazamiento.

Miguel Ángel Castilla cuenta casi como una anécdota el coste de su primera candidata. La presentó en representación de Danzarines Canarios y el presupuesto del traje fue de ¡5.000 pesetas! (30 euros en la actualidad), una cuantía con la que hoy no se compraría ni los zapatos para el día del sorteo y presentación de candidatas.

El diseñador decano del Carnaval, que recibió semanas atrás el homenaje de la Asociación de Reinas que preside Lucía Luisa Ramos Vaquero, regresa a la pasarela de las reinas y en busca del esplendor, amenazando con salirse de la línea que ha marcado su trayectoria. La cita, el 19 de febrero.