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El partido que no se da

En una irregular primera parte, el Tenerife encaja el único gol del encuentro tras un dudoso penalti | Trata de volcarse en la búsqueda del empate, pero no logra superar a un defensivo Málaga | Pese al tropiezo, es cuarto

Rubén Sánchez López, señalando el penalti con Aitor Sanz y Rubén Díez como testigos. LaLiga

Hasta los equipos que mejor trayectoria tienen en una temporada, acaban tropezando con ese partido en el que ni la dinámica es capaz de ponerlo a su favor. Si el Tenerife perdió ayer en La Rosaleda –cómo no–, no fue por dejadez ni por falta de ambición. Si bien no jugó con continuidad y se vio superado en varias fases, sobre todo en la primera parte, puso de su parte en el tramo final para, al menos, intentar sumar ante un Málaga que, todo sea dicho, es uno de los dos clubes de la categoría que no han perdido en casa –el otro es el líder, el Almería–. Esta vez no hubo éxito. Pero aparte de continuidad, le faltaron más cosas, quizás una mayor decisión en la presión, ganar las disputas, anticipación, el vértigo de recuperar y armar contragolpes, y también filo, acierto en el área rival, esa pegada que sí mostró en partidos como el del 4-0 al Burgos o la que le permitió tumbar al Girona. En definitiva, hay partidos que no se dan.

Tal como había avisado, Ramis realizó cambios en la alineación. Tres, para ser exactos, y hasta cierto punto, algunos sorprendentes, ya que se quedaron en banquillo de inicio el lateral derecho Jérémy Mellot, autor del 1-0 en el encuentro del lunes anterior, y un Shashoua del que no se puede decir que sea titular fijo, a pesar de su influencia. Sam tuvo minutos como reserva. También entró José León sustituyendo a Carlos Ruiz.

Con estas novedades ya en el césped de La Rosaleda, donde el Tenerife solo ha ganado una vez al Málaga en 21 encuentros oficiales y fue en 1987, la primera parte solo tuvo un rato para la esperanza, un tramo en el que el Tenerife incluso pudo adelantarse, pero el principal protagonista de la jugada, Rubén Díez, no acertó a dirigir su volea cruzada dentro del área (10’). Los blanquiazules tocaron techo demasiado pronto y pasaron a quedar en manos de un Málaga que, salvando esos minutos, fue superior y se encontró con la fortuna de disponer de un dudoso penalti que terminó por fortalecer a unos y desorientar a otros.

Como en otras visitas, el Tenerife salió al césped con la idea de bajar las revoluciones del partido, evitando un arranque enérgico de un Málaga que tuvo mejores intenciones que recursos. Tocó el balón, controló el centro del campo, trató de abrir pasillos por las bandas... Y no tardó en inquietar a un rival relativamente cómodo en su propósito de esperar ordenado atrás. A prueba, su capacidad de sufrimiento. Fue el lateral izquierdo local, Javi Jiménez, el encargado de hacer levantar de sus asientos a los más de 15 mil espectadores que acudieron a La Rosaleda. Su disparo cruzado se coló en la portería de Soriano, pero la celebración quedó cortada por la decisión del árbitro de anular la acción por fuera de juego. El susto despertó a un Tenerife que, casualidad o no, dio un paso al frente y empezó a ser más agresivo en la presión, avance que le permitió dar un poco más de continuidad al juego y construir contragolpes tras recuperar balones, fórmula fundamental dentro de su estilo.

Así, en ese resurgir blanquiazul, Elady tuvo la primera al rematar algo forzado un balón procedente de la banda izquierda, tras un pase de Mollejo, que antes había recibido de Enric Gallego, ya consolidado como 9 titular. Como tarjeta de presentación, no estuvo mal, sobre todo porque esta ocasión dio paso a otras. De nuevo el atacante jienense ejerció de imán dentro del área, esta vez para tratar de cazar un pase por alto de Shaq Moore. Su remate se marchó alto. El Tenerife ya había confirmado que estaba dentro del partido. Tanto, que en el minuto 10 contó con su ocasión más clara en ese tramo. Desde el costado izquierdo, Álex Muñoz metió en el área un balón que fue a parar a Rubén, después de que un intento de remate fallido de Gallego se convirtiera en un pase. El zaragozano, con todo a favor, no supo dirigir bien su volea.

Luego, después de que Sipcic cabeceara desviado un centro de Corredera, el partido empezó a ponérsele cuesta arriba al Tenerife. En la siguiente jugada, el árbitro castigó con penalti –dudoso– una caída de Brandon justo cuando estaba pisando la línea frontal del área por una supuesta falta de Aitor Sanz. Un pisotón, al parecer. Las imágenes repetidas no lo dejaron nada claro. El mismo atacante mallorquín aprovechó esa pena máxima para poner el 1-0 (14’).

A partir de ahí, muy poco de un Tenerife en el que Elady le puso algo de fantasía al inventar un pase genial a Mollejo, que pasó de un posible mano a mano con el portero a una falta en ataque con tarjeta amarilla de regalo. Ya no hubo más del equipo de Ramis en el primer tiempo. Para colmo, Nikola Sipcic se quedó sentado en el césped pidiendo el cambio, tras quejarse de unas molestias musculares. Fue relevado en el minuto 39 por un Sergio González que se emparejó con León en la defensa.

Con el Tenerife asumiendo ese contratiempo, la primera mitad se agitó, de nuevo a favor del Málaga y, curiosamente, tras dos saques de banda que Javi Jiménez envió directamente al corazón del área y en los que Soriano falló en el intento de despejar. Muy raro en un portero que volvía al que fue su estadio durante la temporada pasada. En el primero, Sergio González evitó el remate de Brandon cuando el delantero se disponía a anotar su segundo gol. El otro desliz tampoco tuvo consecuencias.

El intermedio llegó como una oportunidad para que Ramis hiciera los retoques oportunos. El Tenerife se estaba mostrando como un equipo desconocido en La Rosaleda. Necesitaba recuperar sus principales virtudes, morder más en una presión alta, sorprender en transiciones, generar superioridades, buscar más a los jugadores con talento... Con esa idea volvió al campo, y se encontró con un Málaga replegado, sin la menor intención de poner en riesgo su preciada y corta ventaja. Así, si caía algún contragolpe, el plan acabaría saliendo a la perfección. Entre el querer y no poder de los tinerfeños y el conformismo de los andaluces, la segunda mitad avanzó sin que ocurriera nada, escenario que favorecía a los locales.

De hecho, quitando un centro de Shaq que no terminó en remate de Elady gracias a Paulino (52’), el Tenerife no se acercó a lo que podría definirse como un intento de disparo a puerta hasta el 73’. El autor fue Shashoua, que había entrado junto a Mellot 13 minutos antes. Tras una conducción, el inglés no se lo pensó y chutó, pero el balón rebotó en un defensa. A continuación fue José León el que lo intentó, de cabeza, tras un saque de esquina. No es que fuera un acoso, pero el Tenerife empezaba a merodear el área rival. Los blanquiazules –ayer de rosa– estaban decididos a volcarse –no les quedaba otra–, pero carecían de la profundidad suficiente para romper el muro levantado por José Alberto López. Había que insistir.

Animado por su gol al Girona, Mellot probó fortuna a media distancia tras un saque de falta ejecutado en corto (87’). Y no faltó la aportación de un incisivo, aunque a veces acelerado, Víctor Mollejo. El toledano terminó por convertirse en el tinerfeñista más próximo a un gol que no llegó. De camino al 90’, metió la pierna tras un pase de Álex Muñoz, pero su disparo raso se marchó algo desviado. Y ya en el tiempo añadido, no logró orientar un cabezazo que pudo conectar al recibir un balón con el sello de Elady. Dani Martín atrapó la pelota sin dificultades.

La posesión había sido del Málaga en el primer tiempo, pero cambió de dueño en el segundo, seguramente por conveniencia del equipo andaluz. Ese dominio no tuvo el desenlace deseado por los insulares. Por mucho que lo intentó, no encontró un camino claro que le sirviera para sumar. El partido no estaba para un Tenerife al que se le termina una racha de cuatro jornadas sumando (10 puntos de 12), pero que sigue en la zona de playoff. Ahora es cuarto, a las puertas de dos encuentros seguidos en el Rodríguez López, ante el Alrocón y la Real Sociedad B.

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